-¡Qué bailen los novios!"
Se oye un bramido al unísono de todas las gargantas, me reúno con Kevin ... Todo el mundo nos rodea y aplaude mientras Kevin y yo comenzamos a marcar el vals que abre nuestro baile... ¡Por fin casados!
Me siento feliz, estoy convencida, compartir mi vida con Kevin es lo mejor que me ha podido pasar y sé que a partir de ahora voy a ser muy dichosa, es bueno conmigo, además con él, por fin, he encontrado el equilibrio, la estabilidad emocional que realmente necesitaba, me trata con exquisita dulzura, con enorme cariño y admiración, la que siempre me tuvo, desde que éramos niños. Hoy por hoy, por casualidades del destino y casi veinte años después le he dicho emocionada el "sí, quiero".
Un pisotón me devuelve a la realidad, Kevin me observa mientras en el centro del corro y a duras penas intento que no vuelva a pisarme, dando pequeños saltitos para esquivar sus pies, en sus manos vuelvo a ser como siempre, la patosa del baile.
- ¡Te quiero!
Me dice una vez más, dándome un suave beso en los labios mientras nuestros invitados ya pierden las forma y nos vitorean, blandiendo servilletas.
- Y yo
Le contesto dichosa.
- ¿Eres feliz?
- Mucho, aunque sigo agobiada por lo que nos va a costar esto, no me has dicho todavía cómo has planeado devolver el dinero para el banquete.
Kevin me besa en la frente y me sonríe tiernamente.
- Hoy nos olvidamos de la pasta, ¿vale?
Me dice animándome. La fiesta sigue su curso y todos quieren bailar con la novia y con el novio, debemos atender a sus demandas, entre baile y baile observo el modo en que Alex, baila educadamente con algunas invitadas, que hacen cola esperando su turno, lo distingo por su altura y sus anchas espaldas.
Vuelvo a recordar los momentos tan bonitos que viví junto a él, cuando yo estaba tan enamorada, tan enganchada y me dolía pensar en Kevin, mi otro amor, siempre en segundo plano, el que siempre ocultó sus sentimientos, lo mucho que me ayudó para conseguir a Alex y tanto o más para olvidarle.
- ¿Por qué has venido?
Aprovecho para preguntar a Alex cortante, cuando se acerca para pedirme un segundo baile, separando mi cara y mirándole a los ojos.
- Porque quería verte por última vez, así, radiante, preciosa, pero no imaginaba que lo estuvieras tanto y así vestida de blanco. ¡Impresionante!
Su mano se aferra a mi cintura por detrás y hace que nuestros cuerpos se vuelvan a unir.
- ¡Alex, contrólate por favor!
Intenta ser una exigencia pero me sale una imploración. Sus manos suben por mi cintura mientras que su pelvis intenta pegarse más y más a la mía.
- Sale ganando Kevin, menudo regalo de mujer que se lleva, lo que daría yo por quitarle el envoltorio a este bombón.
Ya sale la sorna esa que siempre le acompaña y que me resulta desagradable. Sin embargo, al decir eso, con su boca tan cercana, provoca inevitablemente que un cosquilleo me invada por completo. Intento no mirar sus labios, porque sé que si lo hago, mi mente me jugará una mala pasada y caeré en su juego. Ya le dije a Kevin que no me sirviera otra copa de cava tras los postres.
- ¡Cuánto te he echado de menos!
Sigue susurrándome con crueldad.
- Aun recuerdo este olor tuyo. Y cuantas veces en el último año he soñado con tu cuerpo, solo de pensarlo me estoy poniendo muy burro.
Para arreglarlo su bulto contra mi abdomen confirma que no miente, no puedo evitar que lleguen a mi mente las imágenes de su miembro, grande y perfecto. Estoy perdida intento por todos los medios pensar en otra cosa, pero no puedo, esa imagen me persigue y su cuerpo rozándome en los avatares del baile, me viene sin cesar.
Tengo que odiarle, tengo que empujarle y separarle de mí.
- ¿Qué llevas debajo del vestido?
Me pregunta de pronto arrimándome a él con un impulso, en medio de mi suplicio y mi media embriaguez.
- Alex, ¡calla ya, por favor, te lo suplico!
Imploro de nuevo intentando que esa canción acabe cuanto antes.
- Vamos mujer, ¿todavía estás enfadada conmigo?, venga, ya no tienes que aguantarme, sólo tengo curiosidad, ¿Qué ropa interior has elegido para hoy? Solo eso.
- ¡Alex, vale ya, de verdad!
Le digo apretando su mano y entonando mi voz enfadada. No sé si ceder a sus juegos es la mejor manera de salir del embrollo, pero el baile parece ser eterno y ya no sé como librarme de su acoso. En uno de los giros mis ojos se encuentran con los de Kevin. Me sonríe y me lanza un beso inocentemente. Sé que quiere quitar hierro a esta relación, pero no se da cuenta de que es imposible, que todo es un eterno lío, del que quiero huir a toda costa.
- Vamos, no seas tan niña, ¿No puedes contestar mi pregunta? Si seguramente no me vas a volver a ver, ¿Qué trabajo te cuesta?, ¿Qué llevas debajo?, anda.
- Alex, eres un cabrón, pues un sujetador y unas braguitas.
Contesto seca.
- ¡Jajaja, vamos, eso ya me lo imagino! ¡Sé más explícita, mujer! Como cuando me esperabas en casa y me decías por teléfono como estabas vestida... o casi desnuda.
Otra vez los recuerdos llegan a mi mente y aquellos momentos en los que jugábamos por teléfono, excitándonos mutuamente. Nos encantaba hacer esas travesuras al teléfono, calentarnos tan solo con palabras, pero cuando nos reencontrábamos aquello había conseguido llevarnos al máximo nivel de fogosidad y terminábamos follando como locos.
- Llevo un tanga blanco, un sujetador blanco también y medias con un liguero.
Al decirlo así, vuelvo a sentirme como entonces y también siento la transformación de mi cuerpo como un año atrás.
Mas menos podría seguir así
Aunque el desenlace final ya se intuye.
2 Asuntos :
Es que hay historias de novias que...
¡Joer! Ahora me has hecho ver aquellos ojos casi deslumbraos de claros y aquella cara.
En fin
Pelillos a la mar.
¡No se puede tener todo en esta vida Erik!
Siempre hay que dejar espacio para los sueños !!
Publicar un comentario