miércoles, 28 de julio de 2021

Noté como el sonido lejano de un pistoletazo de salida.

- Suena bien esa combinación, pero que muy bien. Me lo estoy imaginando y ¿sabes? creo que algo se ha puesto duro, estoy viendo ya ese tanga navegando sobre tus ingles y metiéndose con descaro en la profundidad de tus preciosas nalgas.

- ¡Alex, por favor, déjalo ya! 

Noto como el sudor invade las palmas de mis manos, no obstante mis brazos se colocan delante de su cuerpo y mis pensamientos intentan apartarlo en vano.

- Pero si siempre me lo has contado y nos hemos divertido con estos juegos

Me lo dice tan tranquilo, con esa sonrisa que siempre usa para desmontarme.

    


- Alex hay una pequeña diferencia, ya no soy tu mujer, ahora estoy casada con Kevin, no sé si te has dado cuenta. 

A él le divierte la situación. Otra vez su risa desconcertante 

- Bueno, tienes razón, entonces dejamos lo del tanga. ¿Cómo llevas el coño?

- ¡Alex! 

Se me escapa un grito y miro a mi alrededor por si alguno de los invitados me han podido oír, afortunadamente siguen a lo suyo tranquilamente.

- Vamos no seas remilgada, supongo que lo llevarás recortado, como siempre, con ese chochito precioso que tienes y que me volvía completamente loco.

A pesar de querer concentrarme en cualquier cosa, no puedo evitar que vuelva a pasarme, me está calentando con su forma de hablar y por mucho que le mire o le haga gestos para que se calle, él continúa con su perversidad de siempre, ese juego canalla que me desarma, esas palabras siempre habían conseguido provocarme y ahora que no debo, todavía mas.

- No pasa nada con decirlo, me vuelve loco tu coño, pero ya lo sabes de sobra y además que sabe delicioso... mmm, aun guardo su sabor en mi boca. La cosa más rica que he probado nunca. 

El erre que erre continúa con su juego. 

-¿Te acuerdas cuando te lo comía y mi lengua te hacía ver las estrellas?

- ¡Piedad, por Dios, cállate ya!

Aquí empieza ya mi desajuste, el lenguaje corporal me abandona tras esa súplica, me estoy excitando por momentos. Intento pensar en el pobre Kevin, eso me aísla momentáneamente de una realidad que me tiene aturdida.

- Vamos mujer, solo estoy recordando aquellos tiempos, no te enfades. Pero es difícil de olvidar ese lindo coño, con esos pliegues, tan blanditos, la estrechez cuando metía un dedo y los músculos se aferraban a él, cuando mi lengua jugaba con ese clítoris que con el roce te hacía casi gritar, ¿te acuerdas?

Es imposible no acordarse ni que esa película se meta en mi cerebro y llegue a torturarme, como lo ha hecho durante todo este tiempo. Ahora que casi lo estaba empezando a olvidar, ahora que apenas había dejado de masturbarme pensando en esos momentos, Alex está aquí, el día de mi boda, abrazándome, pegándose a mi cuerpo y susurrándome esas cosas que me hacen perder el equilibrio. Él lo sabe, por eso me sujeta, pues sabe que con todo ello, me deshago.

- ¿Cómo te lo come Kevin?.. Dime, preciosa ¿mejor que yo?... seguro que no.

- ¡Hasta aquí hemos llegado, ya vale! 

Lo digo intentando ponerme seria. El error fue mirarle fijamente a los ojos y encontrarme con la pasión en estado puro, lo mismo que sus palabras, pero no consigo hacerle callar.

- Vamos, ¿Qué pierdes con decírmelo? Al menos ya que él lo disfruta, déjame a mí la duda de saber si lo hace mejor que yo.

- Él eso no lo hace... ¿vale? 

Contesto seca, al instante me doy cuenta de lo estúpida que soy e inevitablemente me pongo roja como un tomate. 

-¿Qué me costaba mentirle y decirle que lo hace de maravilla incluso mucho mejor que él?

- A ver, a ver, recapitulemos ¿Me estás diciendo que tu nuevo marido no ha probado esa delicia de coño  que tienes? No puede ser. ¿En serio nunca te lo ha comido?

No contesto, me limito a mirar al suelo, avergonzada y maldiciéndome por haber confesado la verdad. Alex me observa sonriente, casi diría… triunfante. Me tiene a sus pies, sabe que no le puedo mentir, me conoce demasiado y cualquiera de mis gestos me delata.

- Entonces, ¿Hace más de un año que no te comen ese manjar? 

Vuelvo a silenciar la evidencia, intentando ocultar mi cara, al hacerlo Kevin me sigue observando, pero ahora lo hace con tanta admiración que me hace sentirme confusa. ¿Por qué me pasa esto?, ¿Qué puedo hacer? Lo he decidido, creo que le voy a pegar un bofetón a Alex aunque sea lo más escandaloso de mi boda, Necesito que se dé cuenta que esto es una locura, que ya nada es como antes y que esta conversación debe acabar.

Pero la suerte, está ahora de mi lado, la música cesa, lo que me permite separarme por fin de los brazos de Alex, aunque al hacerlo me sienta rara, como vacía e inevitablemente algo cachonda.

- Alex... Te devolveremos el dinero muy pronto 

Le digo para zanjar definitivamente el tema, cerciorarme que esa será la última vez que habrá podido abrazarme, tenerme cerca, jugar conmigo.

Una de las invitadas se acerca a felicitarme y al besarme me mira extrañada, me doy cuenta que mis carrillos arden, además del temblor de mis piernas y un extraño estremecimiento por todo mi cuerpo. Tengo que sentarme en una silla para no caerme.

En ese momento Kevin se acerca a mí.

- Hola cariño, ¿Qué tal todo?

- Bien  

Intento contestar con cierta credibilidad pero trastabilleo un poco.

- ¿Por qué dejaste que él pagara nuestra boda? 

Le digo enfadada por no haberme consultado previamente, pero mas enfadada conmigo misma por dejarme llevar por una persona a la que tenía que estar odiando.

En el fondo me encuentro fatal. Todo ha sucedido tan deprisa y tan alocadamente que ahora no sé ni lo que pienso. Lo único que sé, es que mi cuerpo no reacciona de modo racional, porque me encuentro excitada, noto mi sexo palpitar desde que me he separado del baile apretado con Alex. Sentir su bulto pegado a mí, volver a oír su voz y escuchar esas palabras que me aturden ha sido demasiado para mí.

La ocasión se presenta cuando una de mis primas me dice que va al baño y me decido a acompañarla. La verdad es que necesito refrescar todo el calor que me invade, aunque no estoy muy segura si voy a conseguirlo.

Por el pasillo veo venir a Alex de frente, acercándose a nosotras y vuelvo a sentir ese nerviosismo y ese deseo aumentado. Al pasar a nuestro lazo roza con el dorso de su mano ligeramente la mía y me sonríe mientras pasa su dedo índice disimuladamente por sus labios, haciéndome recordar con ese gesto otros momentos en el que ese dedo acariciaba otros labios.

Justamente al entrar en el baño, suena el bip de mi móvil. Acabo de recibir un mensaje. Lo saco de mi pequeño bolso y me dispongo a leerlo pensando que es otra de las muchas felicitaciones de esa noche.

Mi prima se mete en uno de los cubículos del baño y yo hago lo mismo en el siguiente, dispuesta a leer el mensaje. No puede ser. ¡Es de Alex!

Siento como todo el calor vuelve a apoderarse de mi cuerpo. Abro el mensaje:

“No sabes, como me has puesto. Te propongo un trato que no podrás rechazar: Me dejas pagarte este banquete y te olvidas del préstamo si me dejas comer tu entrepierna por última vez”

Cierro los ojos y busco la manera de autocontrolarme, no estoy sobria del todo, pero estoy segura que todo esto es una locura. Le contesto con una sola palabra:

“¡Cerdo!”

Pero me batea el corazón con fuerza. Como imaginaba, Alex no va a rendirse y me vuelve a mandar otro mensaje:

“Dentro de 10 minutos en la segunda caseta de la playa. No te apures solo yo tengo la llave. Te espero, preciosa, vas a volver a ver las estrellas. Te lo prometo”

Me dirijo al lavabo, mojo mi nuca y me miro al espejo, diciéndome a mi misma que no cometa ninguna locura, que no me deje embaucar, que con él se acabó, que estoy recién casada ¡con Kevin...!

En ese preciso instante en el que mi prima me comenta:

- Oye, has bebido demasiado...estás colorada.

Sonrío mirándola a través del espejo  queriendo afirmar esa apariencia, aunque mi sofoco no viene solo por el exceso de alcohol, precisamente...

Parte I 

Parte II

Parte Final