jueves, 7 de octubre de 2010


Tamar pasa la lengua una vez más y muy lentamente levanta los ojos hasta encontrarse con los de Onan.

- Me gusta mucho tu polla.

Está extenuada, cierra los ojos. Al cabo de un rato se ha dormido, con la cabeza sobre el pubis del hombre que no para de pensar en ello. "Me gusta mucho tu polla". "Me gusta mucho tu polla"...
¿Por qué siempre le dice lo mismo?
Desde que se han conocido ¿cuantas veces se lo ha dicho mientras descansan?
Innumerables. En cambio no le dice nunca que le guste su brazo derecho o los omóplatos. Siempre lo mismo:
La polla.
A veces Tamar la mantiene en la palma de la mano y la frase es diferente.

-Tienes una polla preciosa.

Ahora ella duerme y el hombre se ha girado de lado, para hacerlo le ha tenido que apartar la cabeza, dormida y todavía se agarra. Que manía con la polla.
¿Solo le gusta la polla de él? y él ¿no le gusta?
No le dice nunca que le guste. Al principio le hacia gracia esa dedicación, era tierna y excitante. Como cuando él le decía:
- "Me gusta mucho estar dentro de tu coño"
Pero poco a poco la cosa fue cogiendo un aire obsesivo. Es de verdad que le gusta mucho su polla, se lo nota en los ojos, como la observa, por el ritmo de sus frases, por la manera de enfatizar la palabra "mucho", "muuucho".

Al día siguiente le despierta la boca de Tamar, acariciándolo. Onan se aparta como herido.
- ¿Que haces?
- Me gusta mucho
- ¿Te gusta mucho?
- Si.
Hay un momento de silencio
- Me gusta mucho tu polla.
- Ya estamos otra vez.
- Si no tuviera polla ¿me querrías igual?

Le mira de reojo

- ¿Que te pasa?
- ¿Que quieres que me pase? no haces mas que hablarme de mi polla.
- De tu polla.
- A mi nunca me dices que te gusto.

De un golpe seco le retira la mano, Tamar se levanta, está preciosa e indignada.

- Te has vuelto loco.
- Loco no. pero yo también existo
Y añade en un tono agudo a posta para que suene ridículo
- ¿No te parece?

Tamar se apresura a vestirse. Cierra la puerta de un portazo. Los pasos de la mujer suenan escaleras abajo, cada vez más lejos. Onan se sienta en la cama, se pone la mano derecha sobre el miembro flácido y lo levanta un poco y lo contempla, entre furioso y curioso.
Quim Monzó del libro "El perquè de tot plegat"

miércoles, 6 de octubre de 2010


Posa tu lengua sobre mi piel, recúbreme con tu saliva inflamable hasta que estalle en llamas.
Remo, remo y remo incansable, posando entre tus piernas mi euforia latiente hasta que ya no sientas el frío, ni las heridas,
Deja que reme ritmicamente una y otra vez en el mar de tu cuerpo y despierte tus poros dormidos, quiero vestirte con mi tibia saliva hasta que derritas el hielo de tus escamas de sirena.
Hoy mi mar está embravecido ¿lo notas? y necesito tus caricias de plata cada minuto

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