Para probar su resistencia lo dejó caer al suelo, para luego agacharse simpáticamente para recogerlo.
Desde luego no iba a permitir que se notaran mis debilidades por las piernas de la 'secre'. Cuando todos entraron en sus despachos colindantes, quedamos a solas en la sala, me ofrecí a ayudarla a recoger los restos del almuerzo, se paró frente a mi …
Me estaba tentando, con una franca sonrisa, mirando descaradamente hacía un punto indefinido bajo el cinturón, como el 'paquete' crecía al compás de sus movimientos, como encantadora de venenosas serpientes, jugando con fuego sabiendo que estábamos relativamente solos en la sala de reuniones.
Notó mi nerviosismo, se sentó a mi lado, surgió una superficial conversación, acerca de lo bien que iban los bolis 'Bic' punta redonda de última generación, lo bien que se adaptaban en la mano y la fluidez de su tinta azul, sobre los folios recientemente adquiridos tan blancos, lo que destaca esa tinta azul sobre el papel blanco, era excitante comprobar como esa conversación metafórica fluía sin parar, el tono de la voz eran deliciosamente suave, con las palabras lentas y sensuales que se interrumpían por momentos, lo que nos obligaba a acercarnos, sustituyéndose a veces por largos intercambios de miradas, su perfume empezó a invadirme, eso me recordó la ausencia de ropa interior, un hecho imposible olvidar.
Estábamos disfrutando en este juego, ajenos al peligro, sería muy embarazoso que el jefe viera a sus 'prescindibles' empleados, jugueteando con la falda de la secretaria de dirección, en lugar de estar trabajando con ímpetu, angustiado por la terrible crisis. Era verdaderamente emocionante, que en cualquier momento alguien pudiera salir de su madriguera, nuestra conversación en doble sentido, seguía hasta que ella decidió subir un peldaño. Con un hábil movimiento de manos, como si se arreglase la blusa, sacó sin que me diera cuenta los pezones de su sujetador, de modo que entre la sutil tela blanca de su blusa, sus pezones oscuros se transparentaban solo cubiertos por el fino tejido del tejido que transparentaba su forma y su color amplificando su efecto erótico
Confieso que al verlos ahí atrapados, bastantes veces los había imaginado, en estas tediosas y calurosas tardes de verano. Se levantó de mi lado, estaba claro que quería ver formarse una 'carpa' de dimensiones aún mayores, avanzó varios pasos, siempre hablando en voz alta cosas sin interés, que hicieran creer a los de adentro que nada sucedía en la sala. Fue estrategia pura, ahora la víctima fue una goma de borrar, se giró para localizarla y luego otra flexión para recogerla, en un acto de crueldad le obligó literalmente a ver el comienzo de sus redondeados glúteos, desde su comprometida perspectiva.
Al darse la vuelta, estaba empitonada, sus pezones estaban totalmente erectos, como astas de toro, convertidos en grandes chupetes que ansiaban ser saboreados.
La tensión erótica era cruel e insostenible. Lo notaba por el temblor en su voz y por el de la mía.
Luego lentamente y sin dejar de mirarme, metió una mano bajo su falda, sacó un dedo, brillante inundado de sus propios jugos lo metió en su boca y sonriendo pícaramente preguntó
- Está rico ¿Te gustaría probarlo?
Apoyado sobre los talones y las piernas abiertas y extendidas, aquello fue detonante para que, de una forma traicionera la silla y sus malditas ruedas salieran disparadas, dando con gran estrépito contra una cristalera, la impresora laser se desplomó, al caer explotaron las lámparas con un fogonazo impresionante, mientras intenté agarrarme en la esquina de una mesa, con las carpetas de clientes preferentes, que se vinieron al suelo conmigo, doblándose, abriéndose y enterrándome entre fichas de información ahora totalmente desclasificada, me olvidé que la 'tienda de campaña' seguía ahí, casi sin poder reaccionar ante las puertas que se abrieron, por todas partes salieron oficinistas gritando, extintores vaciándose pensando que habíamos sufrido un ataque terrorista, me confundieron con un suicida islamista y que en mi abultada bragueta había una bomba alojada, la voz del jefe sonó atronadora, mientras algunos hacían fotos con el móvil:
-Bueno ya hemos resuelto el primer despido. Por cierto abróchese de una vez los pantalones.
Noté como el jefe le daba una palmadita de aprobación casi imperceptible en el culo, disimulasó, se alisó la falda estirándola hacia abajo y de una forma casi mecánica alojó los pezones en su sitio original, la fiesta visual se había acabado. En el finiquito que amablemente me entregó, a lápiz muy flojito hay un número de móvil.
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2 Asuntos :
¡No hay mal, que por bien no venga!
Efectivamente Erik todos las caídas tienen su parte 'aprovechable', un saludo !!
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