jueves, 29 de julio de 2021

Al llegar de nuevo al salón, ver a mis invitados y a Kevin que me sonríe al fondo, me hace sentirme mucho mejor e intento olvidar todo lo sucedido con todas mis fuerzas, menudo día de boda me están dando, intento reflexionar, todo esto ha sido demasiado extraño, pero mi postura debe ser inteligente y sensata. Por eso es necesario que el préstamo para pagar el restaurante no condicione ningún tipo de vínculo con Alex, quiero olvidarlo todo.

Pero eso es un deseo, mi mente no atiende a razones y no puedo evitar recordar aquellas interminables sesiones sexuales con Alex, aparte de un escape a nuestra pésima relación, eran tan placenteras como divertidas, proporcionándonos tanto placer mutuo, infinitas sensaciones en unos momentos vividos que no se han repetido nunca. Comprendo que todo pasará con el tiempo, que Kevin me adora y yo también le quiero, pero creo que no voy a encontrar a ningún otro amante como Alex. Será mi suplicio, tendré que vivir siempre con esa idea torturándome, pero nadie sabrá hacerme el amor y vivir tantas pasiones buenas y malas como las que viví con él, nadie mejor que él saboreará mi sexo, haciéndome disfrutar tantas veces, algo que nunca intentó Kevin y que ni siquiera me atreví a proponerle para no parecer demasiado pendona, tampoco me pidió nunca que le hiciera sexo oral a él. Alguna vez hice ademán de acercarme a su sexo con mi boca y él levantaba mi cabeza, algo que confirmaba que el sexo oral no le atrae, pensé que el tipo de sexo sería circunstancial  y seguramente acabaría por olvidárseme a mi también... eso creía. Pero el sexo con Alex era bastante 'diferente',  conseguía que sacara de adentro toda mi lascivia y me hacía convertirme en otra persona, una adicta al sexo, especialmente al suyo, algo que parecía renacer hoy, tras el baile y sus juegos.

Han pasado los diez minutos y sé a ciencia cierta que Alex me está esperando en esa caseta para cambiarse de la playa, seguramente sediento de mi cuerpo, de mis pechos, de mi sexo, de todo mi cuerpo... con tanto deseo como yo sentí siempre por el suyo.

Decido que lo mejor es no hacer nada e intento borrar de mi mente tan torturadores pensamientos, me siento junto a mi marido y agarrándome a su brazo, escucho atenta su conversación con unos invitados que acudieron a felicitarle. Kevin me besa en la mejilla con su ternura de siempre y me siento muy feliz de tenerle a mi lado... de ser por fin su nueva esposa.                        

En ese momento mi móvil vibra sobre la mesa y hace la señal de haberme llegado un nuevo mensaje. Lo tomo en mi mano, antes de que Kevin pueda ver lo que hay en él.

-“Estoy impaciente, no tardes en llegar. Recuerda que ganarás el doble, por un lado cancelarás el crédito y por otro volverás a sentir lo que es una lengua virtuosa en tu coño. ¿O acaso se te ha olvidado?”

Un cosquilleo llega a mi entrepierna al leer ese mensaje y recordar nuevamente aquellas sesiones.

- Voy un momento al baño. 

Le digo a Kevin sonriendo forzadamente.

- ¿Pero, otra vez? ¿Te encuentras bien?

- Sí, si...

- Te acompaño.

- No, no te preocupes, voy con mi prima Lucy, tranquilo.

Llego al pasillo y en lugar de meterme en los servicios salgo al exterior y voy derecha hacia la caseta de la playa, el punto de reunión con Alex, pero con la decidida intención, no de que me coma el coño, como él insiste, sino de cantarle las cuarenta y que deje de molestarme de una vez por todas. Volveré a prometerle que el préstamo será por muy corto espacio de tiempo. Es necesario recordarle también, que deje de tratarme así, que ya no le pertenezco, que lo nuestro ha terminado y que acabo de casarme con su mejor amigo. Estoy agradecida porque nos haya ayudado, claro que sí, pero voy a decirle firmemente que le pagaré la deuda, euro a euro y cuanto antes. Que se olvide de tener un roce más conmigo, lo nuestro terminó hace tiempo. Y si insiste, le amenazaré con contárselo a Kevin.

Al abrir la puerta de la caseta no puedo creer lo que ven mis ojos. Unos rayos de luz de Luna se cuelan por la parte superior, Alex en semipenumbra apoyado ligeramente contra la pared está completamente desnudo. Su inolvidable cuerpo está ahora frente a mí, mostrando cada una de sus curvas, de sus músculos, los pliegues que conducen a ese miembro erecto que parece estar mirándome. Alex me sonríe invitándome a pecar con esa mirada con la que sabe que no me puedo resistir. Sus abdominales marcados, su pecho frondoso, su piel morena levemente bañada por aquel halo azulado, me vuelven a trasladar a cuando estábamos juntos. He olvidado todo lo que le tenía que decir, porque ahora solo puedo quedarme admirándole, deseándole como entonces. Se está acariciando esa enorme verga, jugando conmigo, incitándome, excitándome, dominándome....

- ¡Ven aquí!.  Mira como me tienes

Me invita a acercarme estirando su otra mano.

Tengo que decirle que no, tengo que decirle que no, eso es lo que mi cerebro martillea una y otra vez, pensando que es un maldito cabrón, que ya no somos nada, pero cuando mis dedos rozan los suyos mi cuerpo ya deja de responder a mis órdenes... sino a las de él.

Me abraza de nuevo, puedo notar su olor, su calor, creo que no voy a poder resistirme, por eso algo de dentro de mí me empuja a separarme pero casi sin fuerza.

- ¡Alex!

- Schhsss... calla putita mía. Ahora no digas nada. Solo vamos a recordar viejos tiempos.

- ¡No puede ser, Alex!

Le digo medio llorando, intentando luchar contra todos los demonios que me rodean, sé que no debo hacerlo, pero no puedo, algo me impide ser lógica.

- Bueno en ese caso, solo déjame ver esas tetas.

No sé cómo pero sus manos a mi espalda han bajado velozmente la cremallera de mi vestido y este baja hasta mi cintura de inmediato. El contorno de mi sujetador blanco está siendo perfilado por sus dedos y su mirada clavada en la mía, con esos ojos que me fascinan, que no me dejan actuar con sentido común.

- Vaya, que maravilla, son tal como las recordaba, pero verlas al natural es aun más alucinante. añade con su cara llena de lujuria observando mis tetas aprisionadas bajo el sostén blanco.

De nuevo su mano se acerca a mi espalda y con la habilidad de siempre suelta el primer corchete de mi sujetador. Apenas me puedo mantener en pie, mucho menos poder actuar de otra manera, mis manos apoyadas sobre su vientre pueden palpar sus abdominales marcados... ¡Dios que bueno está!, cómo regresan a mi mente los recuerdos de su cuerpo desnudo y yo entregándome de lleno a él. Su polla está repleta de energía, la veo tambalearse, como lo hacía entonces.

Mi sujetador sin tirantes no tarda en caer al suelo, en el preciso instante que Alex ha conseguido soltar el último corchete. Mis tetas al desnudo están ahora ante su mirada.

- ¡Por Dios Olivia ... qué maravilla!

Sus manos se apoderan de mis pechos y son amasados con esa devoción y esa fuerza de siempre, jugueteando con sus palmas sobre los costados, pellizcando mis pezones con sus dedos. Su boca rápidamente se acerca a la mía, se que aun tengo fuerzas, se que aun puedo parar todo esto, se que es una locura, es mi última oportunidad, le tengo que decir que pare.

- Ale...xshhh

Sus labios se han posado sobre los míos... esos dulces labios, calientes, grandes y ardientes que abarcan los míos y los aspiran, los chupan, los besan, mientras sus manos siguen sobando mis tetas sin cesar. Me abrazo con fuerza a él y noto su poderosa espalda que acaricio como antaño, notando su piel entre mis dedos. Mis pechos están ahora pegados a su abdomen noto la dureza de sus músculos y también la de su verga sobre mi vientre. Alex es muy alto, pero no impide que su boca alcance la mía ladeando su cabeza, mientras yo me mantengo estirada sobre mis sandalias de tacón. Sus poderosos brazos abarcan mi espalda, rozan mi culo. Nuestras lenguas se cruzan entre beso y beso, se introducen en nuestras bocas, juegan revueltas fuera de ellas, nuestras salivas se intercambian, nuestros jadeos se revelan con la pasión que nos invade. Volvemos a ser los animales que éramos.

Alex termina de bajar la cremallera hasta que mi vestido acaba irremediablemente en el suelo de aquel recinto, rodeando mis pies. Con esas enormes manos me separa unos centímetros de él para poder admirarme al completo.

- ¡Estás igual de buena, joder!¡Mierda de haberte perdido!

Su lengua va a avanzando entre mis pechos, alcanzando uno de mis pezones, mientras intento buscar la manera de decirle que se detenga, que no puede ser, que le pagaré y que no quiero su sucio trato, que he venido a recordárselo, pero cuando sus manos se agarran firmemente a mi tanga y lentamente lo bajan por mis muslos, entonces ya no puedo decir nada, solo regresar a aquellos instantes en los que tanto disfruté con él.

- Tal como imaginaba, el coño precioso y dispuesto a ser devorado. 

Me dice relamiéndose con ojos vidriosos por la lujuria.

- Alex, esto no puede ser... no me hagas esto. 

Suplico con un hilo de voz. Pero el me conoce bien y sabe que esas súplicas son en vano y no le convencen a él... menos a mí, que no puedo remediar esperar ansiosa a que esa lengua entre en contacto, de una maldita vez, con mi sexo.

Me coge en volandas y me sienta sobre un banco de madera para cambiarse, dejando mis piernas abiertas y mi sexo totalmente expuesto. Mis únicas prendas son mi liguero, mis medias y mis sandalias.

- ¡Dios, como hueles! 

Me dice acercando su nariz a la parte alta de mi pubis y bajando despacio, hasta entrar en contacto con los pliegues de mis dilatados labios.

Es increíble, estoy tumbada sobre una mesa, totalmente desnuda, con mi ex-marido despelotado y lamiendo mis ingles con aquel arte insuperable, nadie desde entonces, desde hace más de un año, ha conseguido rozar con su lengua mi dilatado clítoris, es ahora Alex, quien lo va a hacer y ya no puedo negar nada, estoy totalmente entregada, a pesar de que se que me voy a arrepentir un millón de veces, que esto, será más traumático, pero ese demonio que llevo dentro no responde a mi mente.

- ¡Para ya, por favor Alex ...!

- Si quieres lo dejamos aquí, Olivia.

Ahora yo estaba entregada, su lengua sigue hurgando en cada uno de los milímetros de mi húmeda rajita. Veo literalmente las estrellas y no quiero que eso acabe, a pesar de mis estúpidas negativas, quiero seguir así, sintiendo la lengua de Alex, haciéndome ese regalo divino de sus lamidas, mientras sus manos masajean mis pechos.

-¡No!¡Si paras te mato, sigue por lo que mas quieras!

Me mira desde allá abajo y me sonríe, porque sabe que estoy sometida, totalmente entregada. Cuando muerde mis labios, cuando su lengua se apodera de mi clítoris, cuando sus dedos pellizcan mis pezones y cuando su mirada penetra en la mía, es entonces cuando llego a un orgasmo prolongadísimo, cargando en mi interior un montón de sensaciones que casi había olvidado. En ese momento no quiero comparar nada, pero sí considerar que es uno de los momentos que hacía muchísimo tiempo no había vivido. Quiero gritar pero salen gemidos y frases inconexas de mi garganta, mientras mi mano acaricia el pelo de Alex que sonríe entre mis piernas victorioso.

- ¡Joder, que delicia, qué bien sabes! 

Declara sonriente. Alex se pone en pie y con su enorme daga en la mano se acaricia suavemente para decirme:

- Tu turno.

Me asusto, porque vuelvo a recordar que no había venido a esto, que no teníamos que haber llegado a tanto, que Kevin, es mi marido, que nos hemos casado hoy. Me pongo en pie y le digo empujándole.

- Alex, ese no es el acuerdo. 

Le digo intentado buscar mis braguitas perdidas en algún lugar recóndito de esa caseta, llena de arena.

- No seas cruel, no puedes dejarme así 

Señalando su empalmada polla.

- No quedamos en eso, Alex.

Él no contesta, sabe que no hace falta, es conocedor de todas mis debilidades y que cuando se abrace con su cuerpo desnudo al mío, no voy a resistirme, aunque quiera, porque en el fondo lo estoy deseando. Lo hace, acercándose y siento su desnudez pegada a la mía, algo que me mata, algo que me vuelve loca.

- Bueno está bien, te la chupo y ya. 

Digo sintiéndome más puta que nunca, al soltar esa frase. Vuelve a guardar silencio, porque con su mirada ha ordenado que me arrodille frente a ese enorme miembro, para volver a degustarlo como entonces. Hacía mucho tiempo que no tenía una polla en la boca y ese es el momento en el que no tardo en abarcarla entre mis labios, en devorarla como una posesa. Vuelvo a sentir el relieve de sus venas, la dureza de esa daga que se adentra en mi boca, que roza mi paladar y siento como crece cada vez más. Acaricio sus huevos, saco toda la carne de mi boca, para dibujar con mi lengua sus pliegues, su frenillo, ese glande vigoroso y duro, para volver a engullirla con total entrega.

- ¡Jodeeer como la chupas! 

Solo puede suspirar, mientras acaricia mi cabello, sonrío para mis adentros y siento por primera vez el poder, se que si sigo así, no tardará en correrse, porque aunque casi he perdido la práctica, no se me olvida hacerlo con ese arte que le vuelve loco, soy conocedora de cada uno de sus puntos débiles. Como él también lo sabe, no quiere acabar en mi boca, sino que quiere follarme, no hace falta que lo diga, porque sus movimientos son claros y concisos. Se sienta en una de las banquetas que hay en el recinto y con un gesto me invita a subirme sobre él.

- ¡Ven!

- Ni hablar Alex. Eso no, no podemos follar. Me acabo de casar con tu mejor amigo... con Kevin ¿Recuerdas?.

- Ven aquí. 

Insiste agarrándome por las caderas y acariciándome el culo. Mi perdición.

- No podemos...

Abre mis piernas y me obliga a subirme sobre sus muslos. Quedamos con nuestros cuerpos unidos, esta vez sentada a horcajadas sobre él. Me acaricia las tetas  y me besa... ¡Dios! ¡Cómo lo hace! Esa lengua se apodera de la mía, con tanta habilidad, que no me doy ni cuenta que mientras me soba una teta, con la otra mano ha orientado su polla hasta ponerla en las puertas de mi rajita. Lentamente me empuja hacia arriba y después deja caer el peso de mi cuerpo sobre su glande que abriéndose paso en mi húmedo coño recibe el resto de su largura hasta que estoy totalmente insertada, clavada en esa polla hasta lo más hondo. Suspiramos y veo su cara sonriente seguramente al ver la mía descompuesta. Sus manos se aferran a mi cintura, me empuja suavemente hacia arriba y luego me deja caer de nuevo. Me penetra hasta el fondo, incesantemente, una y otra vez. Dirijo mi mirada hacia abajo y veo como desaparece toda su longitud en mi interior, como tiempo atrás, para volver a salir lentamente, haciéndome gozar en cada embestida. Está follándome, sí, Alex, mi odioso ex-marido, al que prometí olvidar, el que no aprendió a darme todo el amor que Kevin me regala en cada instante, el que no quiso entenderme, que no supo respetarme, estaba ahora follándome y yo entregada a ese sexo salvaje, prohibido y lascivo.

He vuelto a tener un segundo orgasmo cuando percibo que él también está a punto. Quiero salirme de él, pero lo impide agarrándome de los hombros y empujándome hacia abajo y tras esa tensión continua puedo percibir como inunda mis entrañas con una anhelada corrida. Uno tras otro, noto los chorros de su semen chocando en mi interior.

- ¡Hijo de puta! 

Le digo, sin poder evitar que sentir su corrida dentro vuelva a hacerme sentirme aun más cachonda, a volver a ser esa zorra que yo era para él. Y así me siento más puta todavía al estar engañando a mi marido... ¡En el día de mi boda!

Cuando he conseguido levantarme, busco con urgencia mi ropa para no tardar más tiempo en reunirme con Kevin, no quiero que piense... ¡Dios! ¿Cómo he podido hacerle esto?, yo no quería que esto fuera así, no quería llegar a esto... sigo pensando y culpándome buscando mis braguitas por el suelo.

- Bueno, no ha estado mal ¿eh? -

Dice burlándose el muy canalla.

- Alex, esto no tenía que haber pasado... 

Contesto arrepentida y a punto de llorar. Él ya está vestido y se dispone a abandonar el almacén, dejándome tirada, como ha hecho siempre. No encuentro mi tanga y lo dejo por imposible. 

Vuelvo a encontrarme con Kevin, a quien se le ve intranquilo buscándome. No sé si habrá notado mi cara descompuesta, mi pelo revuelto, mis carrillos ardiendo ...

- Cariño, ¿te encuentras bien? 

Pregunta.

- Sí, si, estoy bien Kevin, solo un poco bebida.

En ese momento suena mi móvil con un nuevo mensaje... Otra vez es Alex que me dice:

“El primer plazo del préstamo ha estado genial nena. Te llamaré para el segundo”

Apago el móvil con la intención de apagar un episodio de mi vida, de olvidar esta locura en la que se ha convertido el día de mi boda... de la presencia de mi ex marido, pero en el fondo sé a ciencia cierta que irremediablemente volveré a pagar a Alex unas cuantas cuotas de ese préstamo.

- ¿Pero, por qué diablos le has invitado? 

Le pregunto a Kevin otra vez, borrando mi sonrisa de inmediato, mirándole con toda la rabia que puede demostrar mi rostro inquisidor.

- Invitado ¿A quién? 

Parte I 

Parte II

Parte III

Parte Final

miércoles, 28 de julio de 2021

Noté como el sonido lejano de un pistoletazo de salida.

- Suena bien esa combinación, pero que muy bien. Me lo estoy imaginando y ¿sabes? creo que algo se ha puesto duro, estoy viendo ya ese tanga navegando sobre tus ingles y metiéndose con descaro en la profundidad de tus preciosas nalgas.

- ¡Alex, por favor, déjalo ya! 

Noto como el sudor invade las palmas de mis manos, no obstante mis brazos se colocan delante de su cuerpo y mis pensamientos intentan apartarlo en vano.

- Pero si siempre me lo has contado y nos hemos divertido con estos juegos

Me lo dice tan tranquilo, con esa sonrisa que siempre usa para desmontarme.

    


- Alex hay una pequeña diferencia, ya no soy tu mujer, ahora estoy casada con Kevin, no sé si te has dado cuenta. 

A él le divierte la situación. Otra vez su risa desconcertante 

- Bueno, tienes razón, entonces dejamos lo del tanga. ¿Cómo llevas el coño?

- ¡Alex! 

Se me escapa un grito y miro a mi alrededor por si alguno de los invitados me han podido oír, afortunadamente siguen a lo suyo tranquilamente.

- Vamos no seas remilgada, supongo que lo llevarás recortado, como siempre, con ese chochito precioso que tienes y que me volvía completamente loco.

A pesar de querer concentrarme en cualquier cosa, no puedo evitar que vuelva a pasarme, me está calentando con su forma de hablar y por mucho que le mire o le haga gestos para que se calle, él continúa con su perversidad de siempre, ese juego canalla que me desarma, esas palabras siempre habían conseguido provocarme y ahora que no debo, todavía mas.

- No pasa nada con decirlo, me vuelve loco tu coño, pero ya lo sabes de sobra y además que sabe delicioso... mmm, aun guardo su sabor en mi boca. La cosa más rica que he probado nunca. 

El erre que erre continúa con su juego. 

-¿Te acuerdas cuando te lo comía y mi lengua te hacía ver las estrellas?

- ¡Piedad, por Dios, cállate ya!

Aquí empieza ya mi desajuste, el lenguaje corporal me abandona tras esa súplica, me estoy excitando por momentos. Intento pensar en el pobre Kevin, eso me aísla momentáneamente de una realidad que me tiene aturdida.

- Vamos mujer, solo estoy recordando aquellos tiempos, no te enfades. Pero es difícil de olvidar ese lindo coño, con esos pliegues, tan blanditos, la estrechez cuando metía un dedo y los músculos se aferraban a él, cuando mi lengua jugaba con ese clítoris que con el roce te hacía casi gritar, ¿te acuerdas?

Es imposible no acordarse ni que esa película se meta en mi cerebro y llegue a torturarme, como lo ha hecho durante todo este tiempo. Ahora que casi lo estaba empezando a olvidar, ahora que apenas había dejado de masturbarme pensando en esos momentos, Alex está aquí, el día de mi boda, abrazándome, pegándose a mi cuerpo y susurrándome esas cosas que me hacen perder el equilibrio. Él lo sabe, por eso me sujeta, pues sabe que con todo ello, me deshago.

- ¿Cómo te lo come Kevin?.. Dime, preciosa ¿mejor que yo?... seguro que no.

- ¡Hasta aquí hemos llegado, ya vale! 

Lo digo intentando ponerme seria. El error fue mirarle fijamente a los ojos y encontrarme con la pasión en estado puro, lo mismo que sus palabras, pero no consigo hacerle callar.

- Vamos, ¿Qué pierdes con decírmelo? Al menos ya que él lo disfruta, déjame a mí la duda de saber si lo hace mejor que yo.

- Él eso no lo hace... ¿vale? 

Contesto seca, al instante me doy cuenta de lo estúpida que soy e inevitablemente me pongo roja como un tomate. 

-¿Qué me costaba mentirle y decirle que lo hace de maravilla incluso mucho mejor que él?

- A ver, a ver, recapitulemos ¿Me estás diciendo que tu nuevo marido no ha probado esa delicia de coño  que tienes? No puede ser. ¿En serio nunca te lo ha comido?

No contesto, me limito a mirar al suelo, avergonzada y maldiciéndome por haber confesado la verdad. Alex me observa sonriente, casi diría… triunfante. Me tiene a sus pies, sabe que no le puedo mentir, me conoce demasiado y cualquiera de mis gestos me delata.

- Entonces, ¿Hace más de un año que no te comen ese manjar? 

Vuelvo a silenciar la evidencia, intentando ocultar mi cara, al hacerlo Kevin me sigue observando, pero ahora lo hace con tanta admiración que me hace sentirme confusa. ¿Por qué me pasa esto?, ¿Qué puedo hacer? Lo he decidido, creo que le voy a pegar un bofetón a Alex aunque sea lo más escandaloso de mi boda, Necesito que se dé cuenta que esto es una locura, que ya nada es como antes y que esta conversación debe acabar.

Pero la suerte, está ahora de mi lado, la música cesa, lo que me permite separarme por fin de los brazos de Alex, aunque al hacerlo me sienta rara, como vacía e inevitablemente algo cachonda.

- Alex... Te devolveremos el dinero muy pronto 

Le digo para zanjar definitivamente el tema, cerciorarme que esa será la última vez que habrá podido abrazarme, tenerme cerca, jugar conmigo.

Una de las invitadas se acerca a felicitarme y al besarme me mira extrañada, me doy cuenta que mis carrillos arden, además del temblor de mis piernas y un extraño estremecimiento por todo mi cuerpo. Tengo que sentarme en una silla para no caerme.

En ese momento Kevin se acerca a mí.

- Hola cariño, ¿Qué tal todo?

- Bien  

Intento contestar con cierta credibilidad pero trastabilleo un poco.

- ¿Por qué dejaste que él pagara nuestra boda? 

Le digo enfadada por no haberme consultado previamente, pero mas enfadada conmigo misma por dejarme llevar por una persona a la que tenía que estar odiando.

En el fondo me encuentro fatal. Todo ha sucedido tan deprisa y tan alocadamente que ahora no sé ni lo que pienso. Lo único que sé, es que mi cuerpo no reacciona de modo racional, porque me encuentro excitada, noto mi sexo palpitar desde que me he separado del baile apretado con Alex. Sentir su bulto pegado a mí, volver a oír su voz y escuchar esas palabras que me aturden ha sido demasiado para mí.

La ocasión se presenta cuando una de mis primas me dice que va al baño y me decido a acompañarla. La verdad es que necesito refrescar todo el calor que me invade, aunque no estoy muy segura si voy a conseguirlo.

Por el pasillo veo venir a Alex de frente, acercándose a nosotras y vuelvo a sentir ese nerviosismo y ese deseo aumentado. Al pasar a nuestro lazo roza con el dorso de su mano ligeramente la mía y me sonríe mientras pasa su dedo índice disimuladamente por sus labios, haciéndome recordar con ese gesto otros momentos en el que ese dedo acariciaba otros labios.

Justamente al entrar en el baño, suena el bip de mi móvil. Acabo de recibir un mensaje. Lo saco de mi pequeño bolso y me dispongo a leerlo pensando que es otra de las muchas felicitaciones de esa noche.

Mi prima se mete en uno de los cubículos del baño y yo hago lo mismo en el siguiente, dispuesta a leer el mensaje. No puede ser. ¡Es de Alex!

Siento como todo el calor vuelve a apoderarse de mi cuerpo. Abro el mensaje:

“No sabes, como me has puesto. Te propongo un trato que no podrás rechazar: Me dejas pagarte este banquete y te olvidas del préstamo si me dejas comer tu entrepierna por última vez”

Cierro los ojos y busco la manera de autocontrolarme, no estoy sobria del todo, pero estoy segura que todo esto es una locura. Le contesto con una sola palabra:

“¡Cerdo!”

Pero me batea el corazón con fuerza. Como imaginaba, Alex no va a rendirse y me vuelve a mandar otro mensaje:

“Dentro de 10 minutos en la segunda caseta de la playa. No te apures solo yo tengo la llave. Te espero, preciosa, vas a volver a ver las estrellas. Te lo prometo”

Me dirijo al lavabo, mojo mi nuca y me miro al espejo, diciéndome a mi misma que no cometa ninguna locura, que no me deje embaucar, que con él se acabó, que estoy recién casada ¡con Kevin...!

En ese preciso instante en el que mi prima me comenta:

- Oye, has bebido demasiado...estás colorada.

Sonrío mirándola a través del espejo  queriendo afirmar esa apariencia, aunque mi sofoco no viene solo por el exceso de alcohol, precisamente...

Parte I 

Parte II

Parte Final

domingo, 25 de julio de 2021

-¡Qué bailen los novios!"

Se oye un bramido al unísono de todas las gargantas, me reúno con Kevin ... Todo el mundo nos rodea y aplaude mientras Kevin y yo comenzamos a marcar el vals que abre nuestro baile... ¡Por fin casados!

Me siento feliz, estoy convencida, compartir mi vida con Kevin es lo mejor que me ha podido pasar y sé que a partir de ahora voy a ser muy dichosa, es bueno conmigo, además con él, por fin, he encontrado el equilibrio, la estabilidad emocional que realmente necesitaba, me trata con exquisita dulzura, con enorme cariño y admiración, la que siempre me tuvo, desde que éramos niños. Hoy por hoy, por casualidades del destino y casi veinte años después le he dicho emocionada el "sí, quiero".

Un pisotón me devuelve a la realidad, Kevin me observa mientras en el centro del corro y a duras penas intento que no vuelva a pisarme, dando pequeños saltitos para esquivar sus pies, en sus manos vuelvo a ser como siempre, la patosa del baile.

- ¡Te quiero! 

Me dice una vez más, dándome un suave beso en los labios mientras nuestros invitados ya pierden las forma y nos vitorean, blandiendo servilletas.

- Y yo 

Le contesto dichosa.

- ¿Eres feliz?

- Mucho, aunque sigo agobiada por lo que nos va a costar esto, no me has dicho todavía cómo has planeado devolver el dinero para el banquete.

Kevin me besa en la frente y me sonríe tiernamente.

- Hoy nos olvidamos de la pasta, ¿vale? 

Me dice animándome. La fiesta sigue su curso y todos quieren bailar con la novia y con el novio, debemos atender a sus demandas, entre baile y baile observo el modo en que Alex, baila educadamente con algunas invitadas, que hacen cola esperando su turno, lo distingo por su altura y sus anchas espaldas.

Vuelvo a recordar los momentos tan bonitos que viví junto a él, cuando yo estaba tan enamorada, tan enganchada y me dolía pensar en Kevin, mi otro amor, siempre en segundo plano, el que siempre ocultó sus sentimientos, lo mucho que me ayudó para conseguir a Alex y tanto o más para olvidarle.

- ¿Por qué has venido? 

Aprovecho para preguntar a Alex cortante, cuando se acerca para pedirme un segundo baile, separando mi cara y mirándole a los ojos.

- Porque quería verte por última vez, así, radiante, preciosa, pero no imaginaba que lo estuvieras tanto y así vestida de blanco. ¡Impresionante!

Su mano se aferra a mi cintura por detrás y hace que nuestros cuerpos se vuelvan a unir.

- ¡Alex, contrólate por favor! 

Intenta ser una exigencia pero me sale una imploración. Sus manos suben por mi cintura mientras que su pelvis intenta pegarse más y más a la mía.

- Sale ganando Kevin, menudo regalo de mujer que se lleva, lo que daría yo por quitarle el envoltorio a este bombón. 

Ya sale la sorna esa que siempre le acompaña y que me resulta desagradable. Sin embargo, al decir eso, con su boca tan cercana, provoca inevitablemente que un cosquilleo me invada por completo. Intento no mirar sus labios, porque sé que si lo hago, mi mente me jugará una mala pasada y caeré en su juego. Ya le dije a Kevin que no me sirviera otra copa de cava tras los postres.

- ¡Cuánto te he echado de menos!

Sigue susurrándome con crueldad.

- Aun recuerdo este olor tuyo. Y cuantas veces en el último año he soñado con tu cuerpo, solo de pensarlo me estoy poniendo muy burro.

Para arreglarlo su bulto contra mi abdomen confirma que no miente, no puedo evitar que lleguen a mi mente las imágenes de su miembro, grande y perfecto. Estoy perdida intento por todos los medios pensar en otra cosa, pero no puedo, esa imagen me persigue y su cuerpo rozándome en los avatares del baile, me viene sin cesar. 

Tengo que odiarle, tengo que empujarle y separarle de mí.

- ¿Qué llevas debajo del vestido? 

Me pregunta de pronto arrimándome a él con un impulso, en medio de mi suplicio y mi media embriaguez.

- Alex, ¡calla ya, por favor, te lo suplico!

Imploro de nuevo intentando que esa canción acabe cuanto antes.

- Vamos mujer, ¿todavía estás enfadada conmigo?, venga, ya no tienes que aguantarme, sólo tengo curiosidad, ¿Qué ropa interior has elegido para hoy? Solo eso.

- ¡Alex, vale ya, de verdad! 

Le digo apretando su mano y entonando mi voz enfadada. No sé si ceder a sus juegos es la mejor manera de salir del embrollo, pero el baile parece ser eterno y ya no sé como librarme de su acoso. En uno de los giros mis ojos se encuentran con los de Kevin. Me sonríe y me lanza un beso inocentemente. Sé que quiere quitar hierro a esta relación, pero no se da cuenta de que es imposible, que todo es un eterno lío, del que quiero huir a toda costa.

- Vamos, no seas tan niña, ¿No puedes contestar mi pregunta? Si seguramente no me vas a volver a ver, ¿Qué trabajo te cuesta?, ¿Qué llevas debajo?, anda.

- Alex, eres un cabrón, pues un sujetador y unas braguitas. 

Contesto seca.

- ¡Jajaja, vamos, eso ya me lo imagino! ¡Sé más explícita, mujer! Como cuando me esperabas en casa y me decías por teléfono como estabas vestida... o casi desnuda.

Otra vez los recuerdos llegan a mi mente y aquellos momentos en los que jugábamos por teléfono, excitándonos mutuamente. Nos encantaba hacer esas travesuras al teléfono, calentarnos tan solo con palabras, pero cuando nos reencontrábamos aquello había conseguido llevarnos al máximo nivel de fogosidad y terminábamos follando como locos.

- Llevo un tanga blanco, un sujetador blanco también y medias con un liguero.  

Al decirlo así, vuelvo a sentirme como entonces y también siento la transformación de mi cuerpo como un año atrás. 



Mas menos podría seguir así

Aunque el desenlace final ya se intuye.

Parte I 

Parte III

sábado, 24 de julio de 2021

 -¿Pero, tú por qué diablos le has invitado? 

Le pregunto a Kevin, borrando mi sonrisa de inmediato y mirándole con toda la rabia capaz que puede mostrar mi rostro.

- Invitado ¿A quién? 

Exasperante, lo dice girando su vista hacia todos lados, haciéndose el despistado, pero él sabe perfectamente de quién hablo.

- ¿A quién va a ser?

Señalo con un movimiento de cabeza que se detiene en un punto, sigue mi mirada, guarda silencio y alzando su mano sonríe y saluda a Alex, que desde el fondo de aquel comedor, nos devuelve el saludo a los dos, con una sonrisa afable levantando su copa.

Alex y yo estuvimos casados tres años atrás, el mejor amigo de Kevin, que es ahora mi recién no estrenado marido, al principio todo fluía con armonía, pero las cosas con Alex se fueron complicaron bastante, por no decir del todo, lejos de la cama discutíamos por todo lo discutible, lo que parecía un cuento de hadas se convirtió en una pesadilla que acabó bastante peor de lo que ambos hubiéramos imaginado. La convivencia era insostenible, de modo que descubrimos que éramos totalmente incompatibles, gustos diferentes, con caracteres distintos... Solo unidos por el sexo, que como válvula de escape, resolvía conflictos de todo tipo, en esos momentos mágicos, dejábamos de discutir, de pelearnos, de ser almas diferentes, reíamos y sabíamos hacernos disfrutar el uno al otro, la paradoja es que la complicidad se acababa al finalizar aquellas 'sesiones' tan placenteras, al día siguiente volvíamos a nuestra 'Guerra de los Rose' particular, llena de malentendidos y reproches.

Kevin me ayudó a superar esos momentos difíciles durante la relación con Alex y los posteriores con la separación. La verdad, no sé qué hubiera hecho sin él... y casualidad o no, el destino quiso que hoy estuviéramos casados.

Ahora, al ver a Alex de nuevo, todo se me revuelve por dentro como meses atrás, cuando casi había conseguido olvidarle... Algo francamente complicado. Sé que las intenciones de Kevin son más que bien intencionadas, queriendo romper todas las lanzas y tensiones, hacer borrón y cuenta nueva para recuperar una amistad con Alex que definitivamente perdimos, incluida la que me unió a él en matrimonio. Yo no quiero separarles a ellos como amigos, pero a mí, francamente, me cuesta mucho hacer como si nada hubiera pasado.  Ese hombre me marcó demasiado en todos los sentidos y su presencia, me mantiene tensa... desde luego no es la persona que más deseo tener presente el día de mi boda.

- Dime Kevin... ¿por qué le has invitado? 

Insisto irritada.

- Porque es nuestro amigo y porque... ¡ Bueno qué más da!

- Kevin, por favor...

Entiendo que Alex ha sido el mejor amigo de Kevin y entiendo que él haya interpretado que lo nuestro pueda ser agua pasada, sin embargo me siento mal, no entiendo como no se ha planteado tan siquiera consultarme algo como esto.

- ¿Me lo vas a contar o qué? 

No suelto fácilmente la presa, le pregunto de otra vez y apretando su mano y cada vez más nerviosa.

- Verás cariño... le he invitado, porque él ha pagado el banquete. 

Me dice con una sonrisa forzada. En ese momento se me cae el mundo encima, no logro asimilar del todo lo que me acaba de contestar, me quedé lívida, es lo último que me esperaba oírle como respuesta.

- Como sea una broma, no tiene ni puñetera gracia. 

Afirmo bajando la voz, casi como una advertencia, estoy muy crispada.

- No es broma, cariño, él es nuestro amigo de siempre, le dije que estábamos pasando un momento complicado y enseguida se prestó a ayudarnos... sabes que está forrado.

- ¡Pero por Dios, Kevin!

- Es un préstamo, cariño... se lo devolveremos... no te alteres, por favor... 

Me contesta besándome nuevamente en la frente.

El vals termina y a continuación suena otra canción, que la orquesta anima con un tema movidito. Todo el mundo se lanza a la pista y entre las cabezas de todos no puedo desviar la mirada de Alex al otro lado del salón de banquetes.

Kevin ha salido a bailar y yo me quedo sentada un rato, intentando asimilar tantas emociones juntas. Le observo tan feliz, tan radiante, que quiero olvidar cualquier tipo de problema, incluso estoy haciendo acopio de fuerzas por olvidarme por completo que nuestras vidas de casados comenzarán nada menos que en la cola del paro, sin embargo, somos felices, nos queremos y sabemos que saldremos de esta, pero si empezaba a olvidarme de nuestros problemas económicos, ahora la presencia de Alex, ha vuelto a dejarme preocupada. ¿Qué contorsionismo del destino nos hace haber recurrido precisamente a él?

Lamentablemente todo se nos ha complicado en los últimos meses, pues en poco tiempo ambos hemos perdido nuestros respectivos trabajos por culpa del COVID.  A punto hemos estado de suspender la boda en varias ocasiones, a pesar de tener todo apalabrado desde hace tiempo. Ahora se a quién pidió Kevin el préstamo a última hora, y se quién nos ha permitido poder celebrar nuestro enlace en la fecha pactada.

Observo a todos: Mis padres, los suyos, mi familia, los amigos... toda los invitados que nos rodean. Me siento alegre de verme entre toda la gente que quiero ...

Termina la canción y comienza  a sonar otra, esta vez una lenta, cuando de repente veo a Alex de pie a mi lado, estirando su mano e invitándome a bailar el tema. Mi primera negativa no le echa para atrás

-¿Qué un bailecito por los viejos tiempos?

Susurra, girando su cabeza, acercándola a mi oído. Cuando apenas intento pronunciar un "no, Alex... por favor", él ya ha tirado de mí y agarrando mi cintura me ha llevado casi en volandas hasta el centro de la pista de baile, solo me quedaba pedir ayuda para no bailar con un invitado y menos el día en el que yo soy el objetivo de todas las miradas, hubiera sido imposible resistirse su fuerza y altura, además con el empuje inicial ya llevaba una inercia, de modo que solo me quedaba dejarme llevar, además, no quiero ser grosera, pero el resultado final es que cuando quiero darme cuenta estoy en la pista agarrada mi odioso ex-marido. Alex baila mucho mejor que Kevin que es muy patoso, hace fácil seguir el ritmo, es de esas personas que maneja bien a su pareja con la fuerza y coordinación exacta, en uno de los movimientos, el cuerpo de Alex se ha pegado al mío y pero yo aun sigo con los ojos a Kevin, suplicándole que me rescate, preguntándole con la mirada.

-¿Por qué me haces esto?

Pero es la voz de Alex, la que me vuelve a la realidad y me hace recordar ese sonido, esa voz grave que tanto me hechizaba, lástima que Kevin no la tenga igual.

-¡Hola de nuevo!

Sostiene mi mano firmemente y mi cintura con su otra mano mientras nos adentramos entre el resto de invitados, siempre supo llevarme con su habilidad, hasta el punto de saberme manejar como una virtuosa bailarina que definitivamente no soy, pero a su lado, resulta tan fácil... Se arrima más a mí, me mira fijamente a los ojos de esa forma con la que me ha transmitido miles de sensaciones años atrás.

- ¡Veo que sigues tan guapa como siempre!

Dice susurrando con sus labios apoyados literalmente en mi cuello, de modo que noto las vibraciones sobre los tendones del cuello. No contesto, no pienso darle ese placer, apenas puedo pronunciar palabra. Era ya más de un año sin verle y ahora me tiene entre sus brazos en ese baile lento... En pleno baile de mi boda...

- Alex, Kevin me ha contado lo del préstamo... pero...

No me deja terminar la frase. Apoya su dedo índice entre mis labios impidiendo que termine mi frase, siento el calor de su dedo y mi mente me lleva al recuerdo de cuando jugábamos a comernos, cuando yo me deleitaba lamiendo esos maravillosos dedos...

- La novia más guapa del mundo y eso es lo que importa. 

Me repite el muy embaucador, como un ronroneo mientras percibo sus tibios labios rozando mi cuello.

- Alex, te lo devolveremos muy pronto.

Le corto, intentando no ser arisca, pero siendo lo suficientemente clara, para que entienda que esto es pasajero, que pronto se va a arreglar y que quiero borrarle de mi vida para siempre.

- No hay prisa, sabes que no tengo problemas por eso.

Contesta condescendiente, con esa sonrisa abierta pero cargada con aires de superioridad.

- Te prometo que te lo devolveré. Hemos sacado pasta de los invitados y seguramente consiga un empleo muy pronto

Insisto azorada, para que entienda lo poco que me gusta que haya sido él nuestro improvisado prestamista.

- Sois mis amigos y entre amigos nos hacemos favores ...

  


Se adivina la continuación, ¿no?¡Malpensados! 

Parte III


sábado, 10 de julio de 2021

Era un incauto, de esos personajes desgarbados de los que es mejor separarse, zalamero y liante a partes iguales, el típico personaje alérgico a declarar el IVA, pero progresista hasta la médula, enemigo de ricos y empresarios, taciturno como ninguno, bastante pobre y muy miserable por su desordenada vida, compulsivo escritor de tuits y retuits, pero poco fiable con su palabra, republicano desde que es la moda serlo y por consiguiente enemigo del rey al que no tiene el gusto de conocer. 

Le podías ver muchas veces, por el campo arrastrando los pies por los senderos que conducen a los alrededores de alguna masía, aprovechando para robar algo de fruta, para sacarse algo, no miento cuando digo que a pesar de odiar ferozmente al sistema capitalista, amaba con pasión las generosas remuneraciones libres de impuestos, fruto de su trabajo como jardinero esporádico de los burgueses adinerados, dueños de grandes y costosas residencias, aquel buen hombre era el mejor en aquel trabajo, mientras se mantuviera en silencio. 

De los pocos de su generación, sabía leer y escribir con dificultades, no obstante era poeta o creía serlo en el silencio de las noches, creaba párrafos armoniosos cuando yacía bajo una lámpara de algún hogar bien dispuesto, era poeta cuando lo acompañaban las bestias y los cervatillos por el campo, era poeta para él mismo porque nadie se podía dar cuenta que un pobre jardinero podía escribir y leer con tanta soltura, podía crear melodiosas sinfonías con las palabras. 

¿Imagináis la reacción de los dueños de sus jardines si se enterasen? Pobre gandul. El miserable en esta historia no puede subir de consideración.

No puedo decir que no tenía ni siquiera un apartamento donde caer muerto, pues todos los desgraciados como él tienen un mundo a sus pies. Tienen lo verde de los montes para poder dormir, y la yerba para poder acostarse. Cuándo llega el frio del invierno no se puede negar que la calle no es una casa acogedora, donde haya un buen cajero, portal o caliente estación de metro. No se puede pensar que si no tienes un metro cuadrado de ladrillo no hay un hogar ¡Nada más falso! 

¿No observas a los animales? no le pagan impuestos al estado, no tienen que trabajar todo el día bajo el sol como ustedes. ¡Son libres! ¡Y por supuesto que tienen hogar! Y admito que ni Felipe VI ni Sánchez viven tan cómodos como aquel caballo pastando apaciblemente, ni tan feliz como los elefantes, ni tan cómodo como el cordero, ni tan libre como la cabra montesa saltando entre los cerros. Pues el miserable jardinero-poeta sí tenía hogar. Donde cayera la noche era su casa.

Te debes preguntar cómo me di cuenta de su triste existencia. Pues hay una historia que parecerá tan fantástica como me pareció a mí, pero es tan real como que el Papa es tan mortal como nosotros y que algún día la muerte también tocará su puerta.

Se cuenta que saliendo de una dura jornada de trabajo en las afueras, cuidando los jardines de un hombre adinerado el Sr. Rocafort, fue sorprendido por un grupo de ladrones, descuideros en la ciudad y amigos de lo ajeno fuera de ella, ganado, gallinas y lo que pillen en los alrededores.

Se sabe aquí en la comarca, que todo trabajador, hasta el más miserable jardinero que sale de una finca, lleva siempre algunos euros, para solucionar estas desdichadas circunstancias, pues el magnate para mostrar su poder necesita ser muy bondadoso con sus trabajadores, para que puedan apreciar su gran riqueza y magnanimidad. Manteniendo una vigilancia de las entradas y salidas de los operarios de estas grandes mansiones, los bandidos constantemente abordaban  a los trabajadores por ser presas fáciles para su indecorosa profesión. Le llegó el fatídico turno a nuestro personaje, cinco bandidos lo estaban esperando para apalizarlo y quitarle el móvil y los 50 € que llevaba en la cartera y de paso, un paquete que llevaba a la oficina de correos como encargo para enviar. El sentido común del jardinero-poeta con el tiempo se intensificó y en aquel opresivo silencio sintió que algo andaba mal. Los vio venir, vio a aquellos indeseables haciéndose pasar como gente normal y no se confió demasiado. Primero caminó muy rápidamente a pesar de su cojera, luego corrió como si su vida dependiera de sus pies, y de pronto, sin el ánimo de exagerar este relato el hombre entró en un bosque que nunca en su vida había visto, un bosque donde el verde era demasiado brillante y las sombras demasiado oscuras. El sol ya no estaba rodeado de bruma. Ya no era tímido el día, sino reluciente y puro.

Miró hacia atrás y no vio el camino de gravilla por el cual corría hace unos segundos, solo vio las más exuberantes flores que nunca pensó que existieran en la comarca. Todo su cuerpo se excitó al ser parte de una naturaleza tan salvaje y tan erótica. Caminó mucho y dejó tiradas sus herramientas. Esto lo tengo que escribir, pensó aquella mente de poeta. Pues se sentó bajo la sombra de un árbol de dos mil años, tan frondoso como su pobreza y se puso a escribir en una hoja amarillenta que encontró tirada en el suelo y tomó con ceremonia la pluma estilográfica que siempre llevaba encima y cuidadosamente empezó a escribir.



Alguien había estado ahí. Mientras escribía eufóricamente, escuchó un canto que parecía que bajaba del cielo, una voz tan aguda, tan suave, tan celeste y tan rica que no parecía ser emitida por ningún ser vivo de este planeta. Estoy muerto y este es el Edén, aquellos mal nacidos me mataron y mi Dios tan misericordioso me mandó a disfrutar de la vida eterna, pensó el miserable. El canto no cesó y sintió que más bien se acercaba y a tan solo unos cuantos metros delante de él deslumbró una figura femenina desnuda; con largos cabellos que llegaban hasta la cintura, sin nada que la cubriese, su piel era tan blanca que parecía translúcida, su fisionomía parecía tan fina pero a la vez la de una guerrera, sus caderas parecía que se mezclaban con el verde de los bosques y su sonrisa era salvaje, como la de una hiena que primero enamora a su presa y luego la devora.

No creía lo que sus ojos miraban, era como una especie de sueño, él había visto a muchas mujeres desnudas; a prostitutas y cortesanas, a campesinas y condesas. Las aventuras amorosas no le faltaron en su vida. Había tenido como amante a la esposa de un lord que era inválido, a una campesina que había conocido en Grecia, a todas las había amado y las había poseído con locura. Pero aquel ser que sus ojos miraban, era de una belleza incomprensible, innatural, increíble e inalcanzable ¿Un ángel? ¡Bendito sea Dios! Qué maravilloso cortejo tenía en el cielo! ¡Por supuesto que era un ángel de Dios! ¡Dios quería que los hombres trabajadores y honrados, aquellos que en vida han pasado tantas desgracias, aquellos miserables y pobres, la pasaran de lo grande en el cielo, se divirtieran y disfrutaran de los placeres que en vida les tuvieron que costar tanto! ¡Qué bueno, qué maravilloso, qué grandioso era Dios! ¡Amén y qué viva la muerte! ¡De los pobres será el Reino de Cielos! ¡De los pobres serán los ángeles desnudos! Y aquel hombre le dio gracias a Dios por la muerte que nunca había tenido, pero que él creía. No, no era un ángel de Dios, Dios no puede admitir tanto erotismo en sus campiñas ¡Pecado! ¡Imposible! Aquello era… era una ninfa. Él se creía muerto y en el cielo, sin saber que eso no había pasado, pero que estaba por pasar. ¡Pobre jardinero, hubiera sido mejor que lo mataran los bandidos!

Se dice, pues querido lector, que el jardinero que topó con una ninfa, con su belleza, con sus senos que parecían el cielo, desnudos, inmaculados, con aquella mujer que llevaba una esencia y unos efluvios que salían de sus caderas e inundaban todo. Sí, que no quepa duda que era una ninfa. ¡Cuidado! ¡No te vaya a matar la sed del placer! No puedo describir la excitación de aquel personaje porque no habrían palabras para relatarlo. Solo puedo decir lo que pasó después...


La gente cuenta, pero a mí no me consta, que la ninfa con sed de hombres que se pierden en sus bosques, se acercó a aquel pobre idiota, suavemente. Cada paso era de una sensualidad absoluta. Cada caminar y cada rama que se quebraba hacía que su cuerpo se llenara de erotismo. Sus pechos se balanceaban suavemente con su andar y sus caderas se movía y sus manos bailaban. Sus ojos brillaban con el fulgor de la pasión y su sonrisa se preparaba para dar caza al más viril de los hombres. Acercose
 al desgraciado, desplazando sus manos hacia su rostro. Lo último que vio él fue el fuego en los ojos de ella. Quiso tocar sus pechos pero su mano se quemó, quiso poseerla pero su cuerpo se arrugó. La gente cuenta que la ninfa le dio el beso de la muerte, absorbió toda la excitación y el deseo del hombre, pues dicen que de eso se alimentan. La ninfa, al tomarse la pasión desenfrenada de nuestro amigo, fue al río a bañarse y a recoger flores de loto, posteriormente se acostó en la gruesa rama de un árbol a esperar que algún otro hombre débil de carne llegara y se perdiera al ver sus pechos, su sonrisa, sus ojos, sus cabellos, sus vellos y sus caderas. Del jardinero, nunca se supo nada, ni hallaron su cuerpo.      

jueves, 1 de julio de 2021

Reunión de trabajo a media tarde. 

Dos horas interminables de reunión, tensión en el ambiente, agotamiento mental, la empresa no es viable, contención de gastos, nadie es imprescindible, es decir que para que la empresa funcione, algunos sobramos, hay que trabajar duro para rentabilizar este proyecto, etc. etc. 
La atractiva secretaria, trajo unos bocadillos y unas cervezas para crear una distensión en el ambiente. Mientras movía la mandíbula con desgana, se me escapó una mirada, intenté disimular, pero una sonrisa, demostró que había quedado en evidencia, me distraía ese triángulo oscuro que se formaba a través de su falda ligeramente subida, a través del vidrio de la mesa. Mi mente flotaba dispersa intentando adivinar el color y forma de su ropa íntima, entre unos cuadernos sobre la mesa.
¿A quién se le habría ocurrido la idea de poner una mesa de cristal?

¿Cuál sería su color favorito?¿Conjuntado con el resto de su indumentaria? 

Ocurrencias obscenas, pero relajantes, de modo que propiné un trago largo a la cerveza y mientras su frio sabor inundaba mi garganta, inesperadamente cruzó las piernas, me dio morbo pues esto significaba que a pesar de su indiferencia, estaba pendiente de mi mirada extraviada. 
Pude percatarme que no usaba ropa interior… me ruboricé al descubrir que esperaba atentamente mi reacción, mi cara debió delatarme, pensé que cerraría las piernas al sentirse observada, hizo justo lo contrario, parecía empeñada en que no acertara ni una pauta de su seductor comportamiento. Me dio mucho morbo y algo se debió notar en un leve espasmo, lo disimulé como pude, cruzando mis propias piernas para abortar las consecuencias obvias de la excitación, otro trago, esta vez mirando solo el botellín, concentrándome en descifrar su etiqueta.

Para probar su resistencia lo dejó caer al suelo, para luego agacharse simpáticamente para recogerlo.  




Entonces sentí un dolor aprisionarte, abrí las piernas para liberarme un poco, me gustó comprobar como su vista se le quedó fijada en la pirámide incipiente, que se había formado en la base de mi entrepierna, con la tela de mis pantalones claros de pinzas, ella no podía apartar la vista, dejé que el 'asunto' creciera, hasta que el mástil enhiesto dejó toda la salvaje evidencia al descubierto, rozó atrevidamente con el dorso de su mano la  entrepierna en un gesto aparentemente improvisado, devolví el cumplido táctil acariciando sus rodillas desnudas, eran muy suaves y estaban sudorosas.

Desde luego no iba a permitir que se notaran mis debilidades por las piernas de la 'secre'. Cuando todos entraron en sus despachos colindantes, quedamos a solas en la sala, me ofrecí a ayudarla a recoger los restos del almuerzo, se paró frente a mi … 

Me estaba tentando, con una franca sonrisa, mirando descaradamente hacía un punto indefinido bajo el cinturón, como el 'paquete' crecía al compás de sus movimientos, como encantadora de venenosas serpientes, jugando con fuego sabiendo que estábamos relativamente solos en la sala de reuniones. 

Notó mi nerviosismo, se sentó a mi lado, surgió una superficial conversación, acerca de lo bien que iban los bolis 'Bic' punta redonda de última generación, lo bien que se adaptaban en la mano y la fluidez de su tinta azul, sobre los folios recientemente adquiridos tan blancos, lo que destaca esa tinta azul sobre el papel blanco, era excitante comprobar como esa conversación metafórica fluía sin parar, el tono de la voz eran deliciosamente suave, con las palabras lentas y sensuales que se interrumpían por momentos, lo que nos obligaba a acercarnos, sustituyéndose a veces por largos intercambios de miradas, su perfume empezó a invadirme, eso me recordó la ausencia de ropa interior, un hecho imposible olvidar.

Estábamos disfrutando en este juego, ajenos al peligro, sería muy embarazoso que el jefe viera a sus 'prescindibles' empleados, jugueteando con la falda de la secretaria de dirección, en lugar de estar trabajando con ímpetu, angustiado por la terrible crisis. Era verdaderamente emocionante, que en cualquier momento alguien pudiera salir de su madriguera, nuestra conversación en doble sentido, seguía hasta que ella decidió subir un peldaño. Con un hábil movimiento de manos, como si se arreglase la blusa, sacó sin que me diera cuenta los pezones de su sujetador, de modo que entre la sutil tela blanca de su blusa, sus pezones oscuros se transparentaban solo cubiertos por el fino tejido del tejido que transparentaba su forma y su color amplificando su efecto erótico

Confieso que al verlos ahí atrapados, bastantes veces los había imaginado, en estas tediosas y calurosas tardes de verano. Se levantó de mi lado, estaba claro que quería ver formarse una 'carpa' de dimensiones aún mayores, avanzó varios pasos, siempre hablando en voz alta cosas sin interés, que hicieran creer a los de adentro que nada sucedía en la sala. Fue estrategia pura, ahora la víctima fue una goma de borrar, se giró para localizarla y luego otra flexión para recogerla, en un acto de crueldad le obligó literalmente a ver el comienzo de sus redondeados glúteos, desde su comprometida perspectiva.


Al darse la vuelta, estaba empitonada, sus pezones estaban totalmente erectos, como astas de toro, convertidos en grandes chupetes que ansiaban ser saboreados. La tensión erótica era cruel e insostenible. Lo notaba por el temblor en su voz y por el de la mía. Luego lentamente y sin dejar de mirarme, metió una mano bajo su falda, sacó un dedo, brillante inundado de sus propios jugos lo metió en su boca y sonriendo pícaramente preguntó 

- Está rico ¿Te gustaría probarlo? 

Apoyado sobre los talones y las piernas abiertas y extendidas, aquello fue detonante para que, de una forma traicionera la silla y sus malditas ruedas salieran disparadas, dando con gran estrépito contra una cristalera, la impresora laser se desplomó, al caer explotaron las lámparas con un fogonazo impresionante, mientras intenté agarrarme en la esquina de una mesa, con las carpetas de clientes preferentes, que se vinieron al suelo conmigo, doblándose, abriéndose y enterrándome entre fichas de información ahora totalmente desclasificada, me olvidé que la 'tienda de campaña' seguía ahí, casi sin poder reaccionar ante las puertas que se abrieron, por todas partes salieron oficinistas gritando, extintores vaciándose pensando que habíamos sufrido un ataque terrorista, me confundieron con un suicida islamista y que en mi abultada bragueta había una bomba alojada, la voz del jefe sonó atronadora, mientras algunos hacían fotos con el móvil: 

-Bueno ya hemos resuelto el primer despido. Por cierto abróchese de una vez los pantalones.    

Noté como el jefe le daba una palmadita de aprobación casi imperceptible en el culo, disimulasó, se alisó la falda estirándola hacia abajo y de una forma casi mecánica alojó los pezones en su sitio original, la fiesta visual se había acabado. En el finiquito que amablemente me entregó, a lápiz muy flojito hay un número de móvil.


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