sábado, 22 de octubre de 2016

Era la madrugada del sábado cuando oí la puerta, mi novia había salido hacia el trabajo. Miré el despertador y no eran todavía las 7, me retorcí sobre mi mismo en la cama para seguir durmiendo y así lo hice pues me encontraba bastante cansado. Una media hora después me desperté sudoroso y con la respiración entreanchada. No, no había sido una pesadilla ni nada parecido, había sido un sueño erótico con polución nocturna incluida.



Cerré los ojos y me concentré, pues el gusto que tenía en todo el cuerpo después del sueño era tan grande que intentaba conservarlo dentro de mi mente durante el mayor tiempo posible. Me acurruqué como un ovillo, bien tapado con la manta. Estaba relajado intentando regresar al fuego onírico, pero era tal la excitación que ya no podía volver a dormir. 
Miraba con desesperación el despertador que iluminaba con sus destellos la obscuridad y compartía conmigo en silencio lo despacio que pasaba el tiempo.

Instintivamente me llevé la mano entre mis muslos y al pasar los dedos por encima de mi pantalón de pijama noté como estaba mojado, como pocas veces, retiré el elástico de mi prenda íntima y pasé los dedos directamente por mi polla que estaba hinchada y dolorida como si hubiera echado 3 polvos seguidos... Estaba realmente excitado y debía haber disfrutado de unos buenos momentos que intentaba recordar pero lo hacía vagamente... 

¿Qué era lo que me había excitado tanto?

Indudablemente un sueño erótico de lo más ardiente, fue entonces cuando de repente empecé a recordar... La imagen de mi sueño se iba dibujando lentamente en mi cabeza: 
Yo salía de un edificio solo con una camisa blanca cuello mao y unos jeans, no llevaba ropa interior, nada más, podía notar como el aire frío se metía por debajo de mis mangas, era una sensación muy placentera... luego entraba en un bar y... aparecía una chica que me miraba como si adivinase que yo no llevaba ropa interior solo iba con la camisa blanca.... Pero.... qué tontería!

Me levanté medio sonriendo y medio enfadado, por no haber podido dormir como me hubiera gustado para seguir disfrutando de mis sueños. A las 9 ya había desayunado. ¿Qué podía hacer? Esperar en casa a que volviera mi novia, no era una idea que me atrajera, ya que eso podría hacerse largo, así que opté por salir de compras, aunque al final no comprase nada. Me encanta ir a chafardear por las tiendas de deportes y con mi novia es imposible porque no siempre tiene paciencia, así que pensé en dedicarme a mí durante toda la mañana. 

A las 11 ya estaba en la zona céntrica de Barcelona, donde estaban todos los comercios. Yo miraba los escaparates, entraba en las tiendas curioseaba, sin ánimo de comprar nada. De pronto, me dio un vuelco el corazón.


Era ella, sí, sin duda, era ella… la camisa blanca que llevaba en mi sueño y estaba allí expuesta en un maniquí de aquella tienda. La mismo camisa blanca con ribete marrón, con dos bolsillos, tal y como la soñé. Allí estaba, además rebajada... era tan bonita.... Desgraciadamente sólo les quedaban tallas sueltas. Me apresuré, entré y pregunté directamente por la camisa del escaparate. 

-Es la única que queda, si se la quiere probar?

Me preguntó la dependienta. Yo asentí con una sonrisa.

Estaba absorto, era todo calcado a mi sueño. Entré en el probador y me quité los pantalones vaqueros tan rápido como pude, como si el hecho de que me diera prisa fuera a hacer que la camisa me sirviera. Ahí estaba yo, con la camisa de mi sueño en la mano, dispuesta a probármela. Tomé aire profundamente y metí un brazo y luego el otro y abotoné la camisa desde mis muslos. 

Era increíble! Aquella camisa blanca me quedaba como un guante! Era preciosa y me quedaba fantástica, era ideal....¡perfecta !... era la camisa blanca de mi sueño! Se adaptaba a mi torso, y notaba como su tejido me acariciaba con una extraña complicidad y luego me caía como un beso hacia mi abdomen, abrazándome ni muy fuerte ni muy suave. Me miré una y otra vez al espejo, estaba ilusionado, como una niño con botas de futbol 

Despues de estar un buen rato mirándome al espejo con mi nueva prenda, me la quité y volví a calzarme los vaqueros, pero la emoción era tan grande que salí con la camisa en la mano apresuradamente, como si me la fueran a robar y pidiéndole a la dependienta si había algún problema en que me la llevara puesta. 
Ella me miró algo extrañada pero me dijo que no había ninguno. La pasó por la caja, le quitó la alarma, la etiqueta con el precio y me la entregó.

Yo volví al probador y me quité mi polo tan deprisa que me cayó al suelo, luego bajé mis jeans y arrastré el boxer hacia abajo de forma que el pantalón se quedó en mis tobillos y el boxer en mis rodillas. Me miré en el espejo del probador y sonriendo me dije: "Esto es lo mismo que mi sueño !!, pero...¿ porqué no ?" y con decisión me quité también los boxers.... Si, ese sueño se iba a cumplir, habría que ayudarle para que fuese completo.

Me contemplé desnudo de cintura para abajo un ratito y comprobé una vez más que estaba muy caliente, me guiñé un ojo a mi mismo frente al espejo en signo de complicidad con mi otro yo. Sentí el dolor de mi polla aprisionada, observé como el paquete se notaba abultado y la polla enrojecida, pero el hinchazón de mi sexo no era normal y su brillo denotaba una excitación fuera de lo normal. Me gusta observar mi pene, no sé si será especial, pero es algo que me gusta contemplar sobretodo como ahora con esa excitación, pasé dos de mis dedos a lo largo de mi tranca totalmente enhiesta y solté un bramido por el gusto que eso me producía.

Me puse nuevamente la camisa y me miré una vez más al espejo. Era ancha y cómoda, con el viento, no había problema, era lo suficientemente ajustada para no levantarse inoportunamente... pero... era tan ancha... bueno... pensé: "las camisa blancas son así..." Me miraba y miraba y había algo que no me gustaba del todo, intentaba recordar mi sueño y encajarlo en la realidad, no caía en la cuenta qué era, pero algo no encajaba.

Por fin me di cuenta de lo que era. Algo no encajaba con mi sueño. En el sueño no llevaba tampoco reloj, así que me lo quité. Me volví a contemplar y ahora sí que sí, era tal y como soñé... Guardé el boxer y el reloj en el bolsillo y salí con el polo en la mano. Le pedí una bolsa a la dependienta para guardarlo y ella, muy amable, me cogió el polo y el boxer, y lo comenzó a doblar. Cuando pasó la mano por el boxer, se sobresaltó ligeramente, me miró y sonrió, para, seguidamente, terminar de doblarlo, guardarlo en la bolsa y entregarme ésta.

Pagué con la tarjeta y me despedí.

-¡Que disfrute de su camisa! 

Contestó ella con una sonrisa llena de picardía en la boca a la que no pude por menos de corresponder.

Y salí a la calle. A pesar de estar a finales de Octubre preferí no ponerme la cazadora y mejor llevarla en el brazo, pues quería lucirme con mi nueva indumentaria, deseaba que la gente viera mi nueva y flamante camisa que la admirasen, no se porqué lo necesitaba. No me importaba que apenas llevara nada de ropa contra el frío, solo mi nueva camisa blanca, pero eso, la verdad, era lo de menos, estaba realmente caliente como para abrigarme más.

Al principio, todos parecían mirarme raro, o eso intuía yo, como si se dieran cuenta de que iba desnudo bajo mis dos ajustadas prendas. Borré ese pensamiento de mi mente. Era imposible, eran miedos psicológicos y me lo repetía a mi mismo una y otra vez. Cuando hube borrado aquella idea, comencé realmente a disfrutar. Me sentía libre y además estaba cachondísimo otra vez, a ese paso, posiblemente lograría tener un orgasmo sin siquiera tocarme. Notaba como mi polla crecía bajo los jeans otra vez, había tenido el acierto de no apretarlos demasiado, creo que como siguiera así iba a eyacular de nuevo, estaba tan caliente que tuve miedo de que se empezara a ver el bulto de la forma de mi polla y el líquido manchando el pantalón. Así que entré al primer bar que se me cruzó....

No, no podía ser, era increíble, ante mis ojos estaba.... el bar del sueño! Todo igualito a mi sueño.... Pero, ¿cómo podía ser? No había estado ahí nunca antes en mi vida y todo me era familiar, hasta el camarero era el de mi sueño, parecía que todo se iba convirtiendo en realidad, como algo premonitorio.

Pedí un café con leche y mientras me lo servían, me fui al servicio a ver si me podía secar un poquito, estaba sudando como un cerdo. Entré y me miré al espejo. Mis carrillos ardían y se notaban encarnados debido a la diferencia de temperatura con el exterior y la excitación de revivir un sueño que daba por perdido con el paseo desde la tienda hasta ese bar, con aquella camisa blanca que me quedaba como un guante, tomé un poco de papel y lo metí entre mis piernas, note mucho calor en mi sexo, pasé por mi glande el papel higiénico y me lo sequé. Luego seguí hacia abajo, secando mi entrepierna con suavidad había tenido otra polución. El chorretón casi asomaba por debajo de mi camisa. Nunca había estado tan húmedo.... y tan caliente sin haber hecho apenas nada.

Salí del servicio y me dirigí a la barra, donde esperaba ya mi café con leche. Pagué y me lo llevé a una mesa del rincón. La más discreta del local. Me acomodé y empecé a tomar el café. Me supo riquísimo. Esta no sería mi última visita a aquel bar. Entonces me dio por mirar a la pared del frente y me percaté de la existencia de un espejo y me ruboricé. En ese espejo había un chica, que me miraba a su través sonriente. Fijaba sus pupilas con rabia en las mías esperando el cruce de miradas que en ese instante se produjo y saltó la chispa. Bajé rápido la vista hacia mi taza, sentí cierto corte, pero me gustaba al tiempo saberme perseguido por aquellos ojos. No me atrevía a volver a mirar al espejo. No sabía que me pasaba. ¿Por qué me sonreía ese chica? ¿Me habría visto algo más allá que los ojos... ? No, no podía ser, el espejo empezaba más arriba, intenté quitarme de encima los miedos... Volví a mirar al espejo. Ya no estaba allí. ¿Había sido imaginación? ¿parte de mi sueño?... No, la respuesta no se hizo esperar.

- ¿Puedo sentarme contigo?

Me dijo un voz cálida muy cercana a mi oído.

Giré mi cabeza, sorprendido, le miré y era él. Era bajita y con unas curvas muy armónicas, con una cara redonda como un plato de rasgos muy agradables y sensuales, labios carnosos, sentí confianza, vestía una gabardina azul abotonada y debajo debía llevar una minifalda de cuadros escoceses y una blusa de color crema, aunque eso no lo adivinaba yo porque iba recordando pequeños retazos de mi sueño, su mirada me penetraba en el interior, era cómo si ella ya supiera las respuestas, me asusté mucho, no quería que pasara nada e iba a decirle que no, cuando escuché, como un espectador en primera fila, cómo mi propia voz le decía:

- Claro, por supuesto.

Acerté justo a cruzar un poco mejor las piernas, ya que se estaba sentada delante de mí y me sentía desnudo frente a ella. Le sonreí con una mueca. Notaba había tenido otra cómo mi jugo hacía patinar mis piernas entre sí.

A partir de aquí todo sería borroso con respecto a mi sueño, pues casi no recordaba nada más, recuerdo haber despertado justo después de ese momento. Ahora me tocaba decidir a mi, era el momento de vivir la realidad... o continuar ese sueño....

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