... -Y ahora mi mujer piensa que ha sido una señal del más allá, concluyó el vecino, cruzando los brazos, como si aquello lo dejara aún más confundido.
Andrés se quedó mudo, el corazón le golpeaba en las sienes, su mente se aceleró como un tren fuera de control:
¿Qué? ¿Rico ya estaba muerto? ¿Enterrado en el jardín? ¿Entonces…? ¿Terco lo desenterró? ¿Ese desgraciado de ojos verdes escarbó entre los lirios, sacó el cadáver y me lo ofreció como una ofrenda fúnebre, como prueba de su amor?
Mientras tanto su vecino seguía balbuceando sobre teorías espirituales y conspiranoicas.
—Que si un alma en pena, que si Rico quería despedirse, que si el universo se equivocó de jaula, que si una reencarnación espontánea.
En cambio Andrés, que disponía de la verdad solo podía pensar en una cosa, su gato era un profanador de tumbas y el un cobarde que no se atrevía a asumir sus culpas.
En la otra casa, la del loro, los vecinos también habían contado su versión, no a todo el mundo, claro. No eran chismosos, ni mucho menos pero aquel suceso, lo del loro que volvió de la muerte, merecía una excepción.
Los vecinos eran Rosa y Federico, matrimonio de toda la vida, jubilados con la paz del que ya ha pagado su hipoteca, llevaban viviendo allí más de veinte años, desde hacía catorce, compartían sus días con Rico, el loro más espectacular que jamás hubiese pisado un jardín europeo.
—Ese pájaro hablaba mejor que mi cuñado, y con más criterio —
Decía Federico en la panadería.
Lo sacaban todos los días a tomar el sol, le ponían música clásica, lo peinaban con un cepillito de cerdas suaves, le daban alpiste premium comprado por internet, y le hablaban como si fuera un nieto, había quien decía que Rosa dormía con Rico cerca de la cama en su jaula móvil, como si el pájaro tuviera terrores nocturnos.
Cuando Rico murió, Rosa lo sintió más que cuando murió su suegra (según Federico, bastante más). Fue una mañana cualquiera, salieron al jardín con el café, como siempre y lo encontraron con la cabeza gacha, las alas caídas y un silencio que helaba el alma, lo envolvieron en una toalla bordada, lloraron, rezaron, y lo enterraron bajo el naranjo, con una piedra con su nombre y un pequeño ramo de lavanda.
—No puedo estar aquí, Fede.
Dijo Rosa, con ojeras de duelo.
—Me lo imagino volando en cada sombra, vamos a cogernos esos días que teníamos planeados e intentar olvidar esta agonía.
Y así lo hicieron, dejaron la casa a cargo de Joaquín, un amigo jubilado también, muy discreto, que prometió cuidar de las plantas y ventilar las habitaciones, nadie mencionó a Rico, quizá porque les dolía demasiado, quizá porque les parecía ridículo confesar que habían enterrado a un loro con más honores que a un obispo.
Cuando regresaron del viaje, Rosa, con el corazón aún blando, fue al porche a comprobar que todo estaba igual... Pero allí lo encontró, Rico, sentado en su jaula, limpio, pálido, frío, como si el más allá tuviese protocolo de entrega en mano.
El grito se oyó en tres manzanas. Rosa pensó que se había vuelto loca, Federico pensó que habían abierto la tumba del loro y lo habían vuelto a meter en la jaula.
—Esto no es normal.
Dijo Rosa, echando agua bendita en aerosol
—Esto es cosa de brujería.
Llamaron a Joaquín, que juró por su cadera operada que no había tocado nada, no tenían cámaras de vigilancia, Rosa se abrazaba al loro muerto como si esperase una explicación, Federico llamó a su primo el del pueblo, que sabía algo de santería, nada de nada.
Entonces empezaron las teorías:
1) La más lógica, decían, era que un zorro lo hubiese desenterrado (aunque no suelen lavar ni colocar a sus presas en jaulas).
2) La más fantasiosa era que Rico había vuelto por voluntad propia.
3) La más secreta, que Federico no se atrevía a decir ni en voz baja, era que el vecino raro, Andrés, el de al lado, el que hablaba con un gato negro como si fuera su terapeuta, tenía algo que ver.
—Ese gato tiene cara de asesino.
Le dijo una mañana Joaquín a Federico.
—Y el vecino de cómplice, vi como le hablaba como si le contase secretos.
A partir de ahí, la historia se convirtió en leyenda de patio trasero, nadie decía nada, pero todos sabían que el gato tenía hambre de plumas y que de algún modo, el loro había sido devuelto como un paquete mal entregado.
Rosa, cada vez que cruzaba al jardín, lo hacía con una cruz en el cuello y otra en la mano, Federico miraba con desconfianza al muro bajo que los separaba del vecino solitario y Joaquín... Joaquín simplemente no volvió.
Así, mientras Andrés ensayaba discursos para una confesión que ya no necesitaban y Terco dormía como un emperador satisfecho, los vecinos vivían con el corazón encogido, la jaula vacía... y un escalofrío inexplicable cada vez que veían unos ojos verdes acechando desde la ventana.
PD Para saber la versión de Andrés (el responsable de las futuras terapias de sus vecinos conviene leer su propia versión):
3 Asuntos :
Sí, siii......
Clip, intrigante tu relato, vaya con el gato, me ha gustado el diálogo, y por qué no conocer la versión de Andrés.
Un abrazo.
jajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja............
¡Bravo, bravísimo! Es la primera vez que me ocurre algo así, escribir un relato y que otra persona lo continúe con otra perspectiva, y me ha encantado Clip!!! Además de reírme por el enfoque que le has dado, me tenías muy intrigada, porque pensaba que de un momento a otro se crearía un conflicto entre ambas partes, pero no, ha sido mucho mejor, lo has enfocado de la forma que creo que sucedería de verdad en la realidad, que la historia se convirtiese en una leyenda vecinal, todos sabes algo pero nadie dice nada.
¡Bueno! y lo que más me ha gustado ha sido imaginarme a la vecina cada vez que sale al patio de su casa...jajajajajajajaja esa mujer quedará traumatizada de por vida la pobre.
¡Más que maravilloso!
No es nada fácil seguir una historia que ha escrito otra persona manteniendo la misma línea de los personajes, sin salirse de la trama y creando, a su vez, otra historia totalmente diferente, porque al fin y al cabo, tu relato, es la versión de los vecinos. ¡Es absolutamente fantástico! ¡De verdad que no tengo palabras para agradecerte esto! ¡Me encanta encontrarme con personas así!
Me dices que soy buena escritora, pero creo que tú tampoco te quedas atrás, de hecho, creo que eres un magnífico escritor.
Me ha hecho mucha ilusión que mi relato te haya inspirado para escribir esta versión de los hechos, no solo por el giro de la historia, si no porque das a entender, y esto es lo que más me gusta, que nunca hay que dejarse llevar por una sola exposición de los hechos, siempre hay que escuchar las demás partes, o, enfocarlo desde otra perspectiva, y a partir de ahí, que cada cual saque sus propias conclusiones. ¡Maravilloso!
Muchas gracias Clip, espero no perderte nunca como lector porque ya te has convertido en necesario para mi blog...
¡Un abrazo enorme!
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