viernes, 7 de marzo de 2025

Giro inesperado


La cámara, como siempre, estaba lista, no así su propietario.

Había venido al Carnaval de Sitges por recomendación de un colega, quien le aseguró que aquello trascendía, aquí era distinto, "solo lo entenderás si vienes",  "es el desenfreno hecho arte", le dijo. 

Claro que aquel colega también le había asegurado que los móviles nunca reemplazarían a los fotógrafos profesionales. Y sin embargo, aquí estaba él, desplazado no por la tecnología, sino por algo aún más inesperado, una bailarina desatada.

Estaba en plena faena, ajustando el plano al encuadre, fijándose en una participante, de repente se esfumó la luz y apareció una nariz en el visor, tapándolo todo. 

No caminó, no avanzó, sino que irrumpió en su campo visual como una explosión de lentejuelas y plumas. Su cuerpo era un compendio de ritmo y descaro. Sus ojos, un desafío con pestañas postizas.

Instintivamente, él levantó la cámara para captar el momento, era un gesto reflejo, casi una necesidad fisiológica, como parpadear o lamentar haberse pedido otra caña cuando ya iba justo de efectivo. Pero mientras su dedo índice apretaba el interruptor, ella se abalanzó sobre él y, con una destreza alarmante, apartó la cámara.

—¡No, sin fotos! 

Dijo, con la autoridad de alguien que sabe exactamente lo que quiere

—¡Lo que yo quiero es que tu bailes!

Él parpadeó.

—¿Perdón?

—¡Que bailes, esta samba! ... Ahora, conmigo.

Y antes de que pudiera objetar, ella le agarró ambas manos. No en un gesto amable, sino con la determinación de una mujer que no iba a aceptar excusas. Le sacudió, se acercó a él, apretando con fuerza su cuerpo a la valla metafórica que delimita a los que actúan de los que miran y que ahora hacía su función, lo empujó al ritmo de la música. Él intentó protestar con la mirada, pero ella no le soltó. No lo haría hasta que lo viera meneando las caderas como un alma condenada al infierno de la danza.

Él, que toda su vida había creído que la vergüenza era un derecho humano inalienable, descubrió que estaba equivocado porque allí estaba, en medio de la multitud, todos pendientes de una escena, destellos de móviles captando el momento viral, testigos de la secuencia de él, sacudiéndose como una maraca averiada, mientras la risa de ella, clara, burlona, encantada, le hacía preguntarse si aquello era la humillación o la felicidad en su forma más pura.

Y entonces, cuando él empezaba a pensar que tal vez, solo tal vez, su espina dorsal jamás se recuperaría, ella desapareció con elegancia entre las plumas de su comparsa, como si fuera un plan preestablecido.

Se esfumó, así, sin más,  sin despedirse, sin dejar rastro o al menos un recordatorio de cómo demonios se baila con cierta dignidad.

Confuso, empapado en sudor y con la sensación de haber participado involuntariamente en una broma cósmica, él miró a su cámara, que yacía en el suelo, abandonada como un testigo inútil. La recogió y revisó la última captura.

Allí estaba ella, congelada en un instante de pura euforia, su risa intacta, sus ojos ardiendo.


3 Asuntos :

Erik dijo...


total.
Una maravilla.

❦ Cléia Fialho ❦ dijo...

Que cena maravilhosa e cheia de energia! A transformação do fotógrafo, que pensava controlar o momento, mas acabou sendo arrastado pela força do inesperado, é fascinante. A dança que ele nem sabia que precisava aprender, a vivência do agora, o choque entre a rigidez e a liberdade... tudo se mistura de uma forma que toca a alma.

O jeito como a mulher o puxa para a dança, com uma liberdade tão cheia de vida, me faz pensar que, às vezes, a gente precisa se soltar, deixar de lado as normas e simplesmente... ser. O impacto do riso dela, que desafia e ao mesmo tempo encanta, é uma representação tão pura da felicidade sem restrições.

A metáfora do fotógrafo, imerso nesse turbilhão de sensações, olhando sua câmera no final, abandonada e cheia de memórias, é a verdadeira captura do momento: uma lembrança que não se tira apenas com o clique, mas com a entrega completa do ser. A foto, congelada, mas repleta de vida, traz à tona a beleza da vida espontânea e imprevisível. Que história linda!

ABRAÇOS

Manolo Blog dijo...

La historia es divertida y caótica… Combinas muy bien la tensión del fotógrafo con el desenfreno de la bailarina…