-¡Has de pintarme así, cómo ella!
Se giró sobresaltado, él estaba sentado abstraído tomando apuntes al carbón de 'La Fornarina' de Raffaello Sanzio.
Laura estaba con unas amigas en Roma y se había levantado relativamente temprano para pasarse por el 'Palazzo Barberini' y eludir la masa de turistas. Aunque no era uno de sus planes preferidos, nunca sabía cuando iba a poder disfrutarlo, porque sus amigas pasaban olímpicamente del arte, despierta aquella mañana fresca como el rocío, se encajó unos vaqueros, se deslizó en un jersey rojo de hilo y se dirigió al museo, disfrutando en Roma de una mañana soleada, llegó al 'Palazzo' y se encontró con un nutrido grupo de turistas de alegres colores, pero allí delante de un cuadro destacaba un chico moreno, con ropa ancha con unas gafas metálicas, pequeñas y redondas le llamó la atención, iba tomando apuntes con carboncillo en un cuaderno, miró por detrás de su espalda y se sorprendió de la rapidez y habilidad de sus bocetos, la exposición exhibía un conjunto de cuadros de vírgenes, destacaba esta obra de una mujer totalmente sensual, entre Venus renacentistas, ninfas y sátiros, divas barrocas y odaliscas.
Laura seguía hipnotizada a aquel chico disfrutando de su talento y concentración, cuando estaban delante de 'La Fornarina' se oyó a si m misma aterrorizada, invadiendo su intimidad y haciéndole esa extraña petición. Arrugó los ojos y absolutamente descentrado pudo contestar con una pregunta:
-¿De verdad quieres que yo te haga un boceto desnuda?
-Este cuadro me conmueve es el retrato de una muchacha joven, es un misteriosos desnudo, cubre y enseña sus pechos en el mismo movimiento, esa mirada temerosa y atrevida, parece que sabe el poder infinito de su seducción por 'Rafaello' y esa sonrisa tan suficiente. Hay una complicidad evidente con el autor que está detrás del caballete colocado delante de ella, una implicación emocional que va más allá de la simple relación artista-modelo, deseo sentirme como ella por un momento.
Siguieron juntos la exposición, mientras él seguía aparentemente distraído con sus apuntes y Laura miraba fascinada como con pocos trazos creaba vida a aquellas mujeres en las hojas de su cuaderno, cuando acabaron de ver la exposición decidieron ir a tomar algo por allí cerca. Entraron en una cafetería, panadería con un expositor con tartas y bollería recién hecha. A los lados y contra los ventanales que daban al 'Palazzo Barberini' había mesas rectangulares de mármol blanco y sillas de hierro forjado negro con unos cojines. Un arco daba paso a otro espacio en el que sólo había dos mesas pequeñas y las puertas de los cuartos de baño. Una de las mesas estaba desocupada y la otra se encontraba en un rincón, resguardada de la panorámica que se divisaba desde el arco que unía las dos salas. Ocuparon esta última y se sentaron uno frente al otro. Pidieron café con leche.
-Me sorprende mucho haber conocido un artista en este museo. Normalmente solo hay turistas ruidosos haciendo fotos.
Dijo Laura.
-Si te digo la verdad, a mí lo museos en general no me interesan nada, prefiero la realidad, a sido casualidad es el único museo que he visitado en mis vacaciones.
Añadió el chico de gafas redonditas con desdén.
-¿Entonces para qué viniste esta mañana?
-No lo sé muy bien, supongo que para que alguien me ofrezca poder dibujar un culo apetecible.
Contestó él sonriendo con una sonrisa descarada mientras ella se unía a su risa algo azorada.
-¿Sabes? Mientras sacaba bocetos, ha habido un momento en la exposición que me ha entrado un sofocó como menopaúsico perdido, la sala llena de desnudos ancestrales, Intentaba leer las reseñas de los cuadros y las veía turbias. Muchos de ellos pertenecieron a los políticos de aquella época y luego apareciste tu por detrás con tu jersey rojo y jeans ceñidos.
- ¿Te los imaginas excitándose con esas musas que posaban como vírgenes?
Preguntó ella divirtiendose con el cariz que estaba dando la conversación.
-No, de momento contigo tengo suficiente.
Laura se puso roja inmediatamente, se sintió desnuda delante de aquel chico que seguramente mentalmente ya había imaginado su cuerpo bajo la camiseta roja, sonrió coqueta y seductora cruzando los brazos encima de la mesa. El escote del jersey resbaló, dejándola con un hombro desnudo que él miró al instante.
-Y luego 'La Fornarina'. He descubierto un detalle fascinante ¿Conoces la historia?
-No, pero no me vayas a aburrir con un cuento mitológico de tres horas.
Contestó el chico de gafas redonditas arrugando la nariz.
Etiquetas: La Fornarina , Raffaello Sanzio , relato
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