Se miró los muslos unos trazos azules formaban unas extrañas formas como la hiedra enroscada en dos árboles paralelos, recordó como se habían producido esas marcas que no quería eliminar bajo ningún concepto.
Le costó mucho que sus amigas le dejaran a solas en su habitación, unas invitaciones para una discoteca resolvió el tema, disponía de unas cuantas horas, el sol entraba vacilante por el ventanal de madera.
Tomó la mano manchada de tiza azul del chico de las gafas redondas, embriagado apretaba a Laura contra el sofá, no el quitó el vestido, levantó su falda y arrojó las bragas rosas de encaje a la alfombra turca, mientras la contemplaba y contemblaba al mismo tiempo.
El triangulo de fino vello que ocultaba un lugar secreto se antojó un objetivo que no podía dejar de mirar, intuía que lo esperaba solo a él. De rodillas asiéndola por las caderas paso la lengua por el interior del muslo hacia arriba muy despacio hasta que Laura suspiró entrecortadamente de indecoroso placer, sus dedos resiguieron la senda trazada por la lengua dejando en la piel una línea de tiza azul la marca de un delicado erotísmo.
Hasta el leve olor a azmicle y rosas de su carne recién lavada era un poderoso excitante
una gota de sudor se mezclo con la tiza y resbaló hasta el ombligo, dejando una huella azul
al verla Laura abrió los labios, tuvo un efecto demoledor, desnudos y sudorosos con marcas de tiza azul.
Sonó el timbre.
-Ya sabes que quiero que me dibujes en un lienzo 'solo' con mi anillo, no que me dibujes a mi misma sobre mi piel.
-Tendrás tu dibujo, tal como te veo, te lo prometo.
Entraron sus amigas y le costó disimular, pero tenía claro que no iba a ducharse en días, ya estaba deseando estar sola y mirar sus trazos azules sobre los muslos y sobre el vientre, que le recordaban las yemas de sus dedos a través de sus colinas y valles palpitantes....
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