Nunca pensé que estrellarme voluntariamente fuera la única solución, eran días de canícula y estábamos perezosos como 'perros sin aliento', de modo que para refrescarnos, bajábamos al muelle del puerto pesquero, en el pueblo donde coincidíamos durante las vacaciones estivales, desde hace unos días, hacíamos el mismo trayecto en una vieja bici, nos divertía hacerlo así, ella se acomodaba en la barra, juntando las piernas y entonces se dejaba caer hacia atrás, hasta que su espalda utilizaba mi pecho como tope y cómodo respaldo, su cuello quedaba cerca de mi rostro, su cabello suave y dorado azotaba levemente mi cara, debido a la temperatura, amplificaba el perfume de su piel que acababa invadiéndome, era un comportamiento anunciado, me alteraba, el corazón bombeaba fuerte, mi respiración se volvía más frecuente y profunda, mi torax balanceaba su espalda en movimientos cada vez más amplios, se unía el esfuerzo del pedaleo a las sensaciones y sueños que me producía esa mujer, a ella le divertía la situación y acomodaba aún más su espalda contra mi pecho.......
-¡ Frena, frena, frenaaaaaaaaaaaaaa !!!
Nuestros cuerpos estaban ligeramente sudorosos por el inmenso calor, esta vez en lugar de agarrarse al manillar, sus manos se deslizaron a mis antebrazos, los palpaban, en cada pequeño bache sus manos resbalaban y se acababan encontrando con las mías, lo cuál me impedía dirigir la máquina y frenar con comodidad, nos tambaleábamos ligeramente, toda la bici crujía, sonreía con complicidad y volvía a subir las manos lentamente, el caso es que antes de llegar a una pequeña cuesta abajo, que me permitiera dejar de pedalear, se le escaparon dos casi inaudibles gemidos profundos, luego se puso a bromear y a reír nerviosa, disimulando en parte, su voz es muy cantarina como el agua y muy femenina, me intimida el poder que tienen sus miradas furtivas y sus sonrisas maliciosas, ella sabe lo nervioso que puede ponerme y disfruta con ello, me intimidaba bastante, siempre me había dedicado un gesto, una caída de ojos, una mueca.
La última vez un cruce de piernas con una falda blanca de lino, entonces me dedicaba una sonrisa y yo apartaba la vista, ligeramente avergonzado. Entonces ella divertida ´mientras me ponía rojo como un tomate me decía:
-¿Me has visto las bragas eh?¿No te da vergüenza?
Estaba pillado por ella, a ella le divertía saber que me gustaba y jugaba con eso, me volvía loco esa forma de ser, de modo que ahora en mi interior, pensaba que ahora ella se estaba recreando de mi erotizado estado, la verdad es que cada vez que se estiraba hacia atrás notaba el bulto de mi verga contra su espalda, cada vez más prominente, casi a punto de salir por encima de mis jeans, en lugar de aplacarme, me rozaba con su nuca sudorosa el rostro y notaba mi aliento jadeante en su cuello mojado, por el pedaleo y por sentirla entre mis brazos entonces echaba sus nalgas hacía atrás notando como mi polla crecía cada vez más, gimiendo disimuladamente y apretando mas fuerte sus manos.
El caso es que yo estaba en una situación dificil, no sabía que hacer, estaba quedando fatal, como un 'salido', como un hombre que no puede controlar sus impulsos, explicarle lo que me apetecía en aquél momento era absurdo, no podía articular palabra, porque de mi boca solo salían gemidos y voces rotas, ella se había dado cuenta de que estaba terriblemente empalmado, me daba conversación y solo podia contestar monosílabos, seguramente se reiría de mi puesto que ...... yo era como un pequeño pelele, su juguetito de aquella tarde insoportablemente calurosa.
Por lo tanto tomé una decisión radical, decidí estrellarnos, era la situación menos mala, el camino atravesaba un campo de amapolas, un campo que parecía blandito, una buena pista de aterrizaje, de modo, que fingiría un despiste y ahí acabaría esta situación tan comprometida, con el impacto desaparecería la excitación y además de propina surgiría otro tema de conversación y nos olvidariamos del tema.
Dicho y hecho, giré el manillar bruscamente, a pesar de sus gritos de espanto y su rostro desencajado, salimos del camino y después de varias divertidas volteretas fuimos a parar a un campo blandito y lleno de amapolas, pero las cosas no fueron como me esperaba ......
Al incorporarse después del morrazo, se desabrochó la blusa para colocársela bien, pero al ver que la estaba mirando desde el suelo, la abrió y empezó a sacarse lentamente las tetas fuera del sujetador, estaba mordiéndose el labio inferior mientras me miraba, luego dejó caer la parte inferior de su vestido, que curiosamente se combinaba entre las amapolas y se sacó las braguitas dejándolas en una pierna hasta la mitad del muslo.
Tenía unos hermosos pezones marrones, estaban empitonados, los miré descaradamente, me gustaba el contraste contra las flores, invitaban a besarlos. Luego la desnudez de su sexo sonrosado, allí en medio de la verde hierba compitiendo con los pétalos de colores, era como una explosión de belleza, sin mediar palabra pero con una sonrisa pícara, se acercó bajó la cremallera de mi bragueta, a pesar del braslip no podía disimular mi descomunal erección, con los dedos liberó mi polla que salió a recibirla como un muelle, y se quedó como un periscopio, la agarró con la mano izquierda.
En primer lugar peló el tronco lo justo hasta que asomará el casquete esférico superior del glande y acarició con la lengua el reborde de la piel, luego el orificio, solo con la punta de la lengua, llenándolo de saliva, luego bajó un poco más la piel cerré los ojos instintivamente, sentí de nuevo su lengua carnosa, mi capullo húmedo, granate brillante se hinchaba por momentos, emergiendo entre sus dedos con vida propia, podía notar las palpitaciones de las venas como golpeaban su mano ahuecada, ella bajó un milímetro más la piel, repasando de nuevo aquella esfera con la lengua, metiéndola en la boca y sacándola, su boca se adaptaba para que no notara apenas presión, al entrar y salir notaba sus labios calientes bañados de saliva, mi falo estaba ya super gordo con palpitaciones, ella siempre bajando un poco más de piel....
Me estaba matando y era consciente de ello.
La metió entera en la boca y comenzó a mamarla con una cadencia lenta, cerrando los labios cuando subía y relajándolos cuando se autopenetraba de nuevo. Su lengua no dejaba de moverse en círculos sobre mi glande. Agarré con fuerza la maleza llena de espinas, apenas sentí los pinchazos en las manos, apretándolas con toda mi fuerza, mis músculos estaban a punto de explotar, me incorporé entre los pétalos de amapolas y la miré a los ojos estaba disfrutando del espectáculo que me ofrecía.
Mi tranca parecía un tallo de árbol más entre aquel paisaje de flores rojas, sus labios me parecían pétalos, eran suaves, me estaba comiendo la polla con delectación, saboreándola, notaba como mi glande rozaba su paladar, la lengua, las mejillas por dentro, la veía entrar y salir en su boca y seguía sus movimientos, me gustaba sentir que lo que se movía dentro de su boca, era mio, pero desde luego yo no ejercía ningún control, cada movimiento era más sensual que el anterior, como si comiera un helado delicioso y la crema saliera por la comisura de los labios, haciendo de su boca un instrumento de placer tan satisfactorio o más que su propio coño.
Buffff sabía hacerlo muy bien. Estaba consiguiendo ponerme en un estado previo a la eyaculación, cuando se contraen los músculos y parece que la cadera se levanta al encuentro de esa boca, que está sorbiéndote y sientes que de un momento a otro vas a vaciarte en su interior sin que puedas retrasarlo ni evitarlo, ni maldito deseo de hacerlo. Se había adueñado de mi y de mi propio orgasmo, ambos notábamos mis convulsiones incontroladas, estaba a punto de explotar en su boca.
Hice un esfuerzo desesperado la tomé de las caderas con fuerza la levanté y la coloqué de modo que mi cabeza estaba entre sus muslos con sus braguitas bajadas, mi lengua entró con fuerza en su vulva hinchada, me transmitió su calor, estaba mojadísima y la lengua resbaló hacia su interior, de modo que ahora cuando ella succionaba mi polla, yo metía la lengua con fuerza en su raja, notaba como se expandia y como parecia que se separara de mi, saboreando sus flujos, ya no era consciente de mis actos, me sentía en el vacio, oía sus gritos y sus convulsiones, de modo que dejó de controlar la situación, mi lengua y mis labios trazaron el camino de sus labios vaginales. Su aroma era muy excitante y su humedad un néctar que invadió mi paladar.
Estuve recorriéndola de arriba a bajo y vuelta empezar. Paraba a veces en su clítoris y mis labios se curvaban para abarcarlo y lamerlo más intensamente. Sus manos estaban acariciando mis huevos, cogía uno con cada mano, abarcándolos y de tanto en tanto, los apretaba con fuerza......Seguí chupando y comiéndome esa cueva del placer mientras mis dedos exploraban su culo y su coño, abriendo los labios, dilatando, acariciando las nalgas.
Hasta que sentí, cómo sus gemidos subían de volumen y sus caderas y piernas comenzaban a tener un tembleque incontrolado, palpitaba como un motor renqueante, entonces ella añadió un movimiento inesperado con su mano a lo largo de todo el tronco del pene, fue cuestión de segundos que mi semen volara.
Noté todo su recorrido por mi interior, se aceleraba frenéticamente, provocando una corriente eléctrica seguida de unas convusiones y unos gritos que no pude contener, abrió la boca lo justo para que la primera descarga se desparramara por su lengua y se perdieran en su interior las siguientes.
No dejó de acariciarme la polla hasta que las últimas gotas pendían de la punta, entonces cerró nuevamente sus labios alrededor y succionó hasta llevarse todo el semen restante.
Acto seguido noté sus espasmos salvajes, mi orgasmo hizo que encadenara el suyo, nos perdimos el uno en el otro mientras ella se aferraba a mi espalda en pleno éxtasis y yo llenaba sus entrañas con un grito gutural.
Quedamos exhaustos tumbados boca arriba, sin hablar, mirando el azúl del cielo limpio.
Al cabo de unos minutos se me acercó, levantó su falda de nuevo y se sentó a horcajadas sobre mí. Tomó mi cara con las dos manos y volvió a comerme la boca, me mordió los labios, me succionó con frenesí creciente. La abracé con no menos deseo.
Sentí sus pechos aplastarse contra los mios y sus piernas cerrarse sobre mi cintura.
Susurré su nombre mientras mis manos recorrían sus costados, se echó atrás arqueándose como un junco, dejándome hacer y mirándome con expresión extraviada, me incorporé sobre mi mismo. Comenzó a gemir cuando alcancé sus pezones y los retorcí suavemente, reaccionaron a mis caricias y se pusieron como piedras. Su pelvis se restregaba de nuevo contra mi tranca, frotándola, lo que provocaba que alcanzara considerables proporciones de nuevo.
Puso uno de sus muslos en mi hombro y me ofreció su vagina totalmente abierta, estaba mojadísima y la vulva hinchada por la excitación, su miraba seguía atravesando mi rostro, como fuera de sí. Qué podía hacer sino follarla ... La penetré con profundidad, empezó a correrse de forma incontenible, esta vez sus temblores, absorvían mi polla hacia su interior, como una ventosa, y cuando el movimiento se agotaba, entonces entraba con fuerza, con ganas de atravesarla, sus dedos engarfiados en mi pelo, estiraban con furia, de repente perdieron la fuerza, mientras los gemidos dieron paso a un instante de silencio y luego un aullido in crescendo, que me confirmó que se estaba corriendo de nuevo ......
Eso fue lo que me hizo explotar salvajemente en su interior.
Luego al ver como había quedado la bici, tuvimos que volver andando ......
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