La primera cita con Laia había ido tan bien que, al despedirnos, ninguno quería que la noche terminara. Entre risas, decidimos hacer una parada rápida en el supermercado para comprar cuatro cosas que ella necesitaba para su casa.
Me di cuenta que compraba algo en un pasillo mientras yo miraba otras cosas, me di cuenta que no lo dejó en el carrito, insistió en pagar de modo que no le di mas importancia ella la bolsa.
Después de cenar y mientras estábamos hablando en el sofá, de repente dio uno de sus saltitos.
—¿Qué tal si hacemos algo divertido con esto? —me dijo con una mirada traviesa que hacía imposible decir que no.
Era un bote de sirope de chocolate.
Es como si hubiéramos puesto otra marcha, de repente el ambiente se llenó de complicidad. Laia estaba sentada en el sofá, riéndose, con las piernas cruzadas y su camiseta ligeramente levantada, dejando entrever su cintura. Decidí seguirle el juego.
—Hoy voy a ponerte un poco de sirope en un pezón. —Mi tono era juguetón, pero estaba claro que iba en serio.
—¡Cariñooo! —respondió entre risas nerviosas y una expresión que mezclaba timidez con curiosidad—. ¿Qué cosas dices?
—A ver… sácate un pecho.
No se hizo la remolona, se levantó la camiseta lentamente, dejando al descubierto solo el derecho.
—Solo uno, ¿eh? —bromeó, guiñándome un ojo.
—Mmmh, no está nada mal. —Mi mirada recorría su piel con una mezcla de admiración y deseo pero intentando que no se fijara sobre en aquel pecho.
—Pero creo que le falta un poco de color.
Abrí el tarro de sirope, y con un pincel de acuarela empecé a trabajar, dibujando círculos precisos alrededor de su aureola, como si fuera un lienzo.
—¡Ay, Sergio! Esto parece un anuncio de Nestlé —se burló entre risas y pequeños gemidos.
—No te muevas tanto —le advertí, aunque en realidad me encantaba ver, como daba pequeños saltitos cada vez que las cerdas del pincel le rozaban la aureola.
El sirope caía con lentitud, creando una aureola más oscura que contrastaba con la suavidad sonrosada de su pezón. Dibujé una línea que se extendía hacia abajo, formando un corazón en su abdomen.
—Cariño, qué romántico… —susurró, alzando los brazos cuando decidí quitarle la camiseta por completo.
—Es para que no se manche —justifiqué, acercándome más, hasta que mi rostro quedó a la altura de su pecho.
Tomé un momento para apreciar mi “obra maestra” antes de rozar su piel con la lengua, recogiendo el chocolate en movimientos lentos y calculados. Su piel reaccionó de inmediato, erizándose bajo mi toque.
—Sergio… esto es… —Su voz se quebró en un suspiro profundo.
—Completamente inocente, ¿verdad? —bromeé, aunque ambos sabíamos que era todo menos eso.
Sus respiraciones se entremezclaban con el aroma dulce del chocolate. Cada caricia, cada beso, convertía aquella noche en una experiencia única, como si el sirope no solo decorara su piel, sino que también sellara nuestro momento.
Cuando terminé, nos miramos y estallamos en carcajadas. Luego en el espejo comprobé como había quedado mi cara.
—Creo que esto merece una segunda cita… pero con nata montada —dijo Laia, mordiéndose el labio.
En ese instante, mientras recogía el pincel y limpiaba un hilo de sirope que había caído en la alfombra, me di cuenta de algo. Este tipo de momentos, tan intensos, tan llenos de química, siempre parecen trascendentales en el momento. Pero al día siguiente, cuando el chocolate está seco y el romance se reduce a una mancha pegajosa en tu camiseta favorita, te preguntas si no habría sido más sencillo simplemente comerse el postre como personas normales.
Así somos, pensé. Humanos, obsesionados con convertir lo cotidiano en algo eterno, cuando al final todo termina en la lavadora.
2 Asuntos :
Que bela descrição desse momento doce e cheio de intensidade!
A forma como cada detalhe é capturado traz uma sensação de proximidade e profundidade, como se estivéssemos realmente ali, vivendo cada gesto, cada toque.
O jeito como os elementos se entrelaçam — o chocolate, o olhar, as risadas — cria uma conexão tão natural e ao mesmo tempo cheia de emoção.
É como se cada carícia contivesse uma história única, tecendo um quadro de desejos, brincadeiras e lembranças que vão muito além do que vemos.
Você conseguiu transformar o comum em algo especial, e isso é o que mais encanta nessa narrativa.
AFAGOS POÉTICOS EM SEU 💗
🐾
OLHA EU NOVAMENTE AQUI... RELENDO... ME EMOCIONANDO...
Que cena deliciosa! Cada palavra desta história me fez viajar por um momento cheio de intimidade, brincadeira e paixão. É como se eu conseguisse sentir a cumplicidade entre vocês, a leveza da interação, mas ao mesmo tempo a profundidade de cada gesto. A maneira como a calda se transforma em arte e se transforma em um elo entre vocês... que lindo! Esse jogo de sentidos, as risadas, os sussurros, tudo se fundindo em um único instante de puro desejo. É tão apaixonante e ao mesmo tempo tão delicado, como se o tempo parasse, transformando um simples encontro em algo mágico. Senti cada detalhe desse momento, e me perdi na sensação de que, mesmo que o dia seguinte traga o inevitável “retorno à realidade”, esses fragmentos de intensidade jamais se apagariam. Que linda essa celebração do agora, que deixa marcas na pele e no coração.
AFAGOS POÉTICOS EM SEU 💗
🐾
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