¿Abrir los ojos a la dura realidad o no?,
El caso es que primero pensaba que era homosexual, al que no le interesaban las mujeres por no captar los mensajes subliminales que le estaba dejando caer constantemente, y su extraña conversación al margen del ligoteo característico pero como en definitiva a ella también le encantaban los hombres, ya tenían algo en común, aparte de otras muchas afinidades que no detallaremos aquí, al pasar por una tienda de muebles, bastó una mirada para que inmediatamente adoptara el personaje de pareja, interesados en comprar un colchón de alta gama, entrando en el juego sin dudarlo un instante, ya habían conectado como siempre tchic, tchic, una vez dentro de la exposición de colchones, Guillermo no tardó en captar un interés especial y enseguida, los dirigió a la exposición con los colchones de mas lujo, soportes de grandes calidades con materiales sofisticados y altos precios, que probaron con gran interés e interesantes preguntas, varios grados de dureza y rebotes de los muelles, por lo que el atento comercial con una maliciosa sonrisa dibujada en su rostro, afirmó que los muelles ofrecen una utilidad muy notable para 'facilidad para levantarse de la cama', apresurandose a puntualizar', ampliando la sonrisa al ver las risas que provocó, y diversos movimientos de caderas un tanto evocadores de escenas de sexo pero tanto probar colchones, ponerse de lado , boca arriba, boca abajo, hubo un momento en el que inevitablemente se encontraron cara a cara y prácticamente su cuerpo se entrelazó sin querer, pudo notar su aliento y su incomodidad pues con el roce notó la dureza y el tamaño de su polla, claramente dura y excitada, bajo su pantalón por encima de su falda, ella ya estaba totalmente desatada.
-Ahora ponte así y fingiremos que follemos.
Lo dijo riendo pero sin querer subió un poco la voz, Guillermo con un sonrisa permanente hacía ver que ordenaba unos papeles a lo lejos pero sin perder detalle.
-Ahora probamos al de viscoelástica, ¿verdad que parece que no rebota?
Pidió un presupuesto con una sonrisa permanente, la boca y los ojos semi-cerrados.
Días mas tarde le invitó a su piso, al llegar unos marmolistas hacían su trabajo con un ruido infernal y un gatito negro de ojos amarillos, se deslizó sigilosamente entre las sombras.
-Mira esa es mi cama. ¿Quieres ver la diferencia verdad?
Se estiraron con ese catre, cara a cara y continuaron hablando despreocupados, pero en el transcurso de la larga charla le bajó los pantalones y le acarició suavemente la polla con el dorso de la mano, como quien no quiere la cosa, el efecto no se hizo esperar, le atrapó con su gran mano su falda por el cinturón y en un golpe, en movimiento fulgurante e inexplicable, le bajó la falda al mismo tiempo que sus bragas de color azul cielo, también atrapadas por sus dedos, juntas como empujadas por la suavidad del viento, pero aterrizando suavemente a los pies de la cama.
Esta fogosidad hizo que cerrara los ojos instintivamente, al abrirlos no podía dar crédito a lo que veían, como un universo de estrellas multicolores, que se encendían y apagaban al ritmo de sus embates, le parecía como si una canoa con remeros acompasados, fuese metiéndose por su interior, navegando para el mar de fluidos que no sabía como se le escapaba entre las piernas, mientras veía luces y parpadeos, ese espacio coloreado de estrellas que explotaban, dejando unas colas de colores que se le estaban quedando en la retina, estaba teniendo el polvo de su vida, de repente las luces aumentaron su intensidad y todo se volvió de luz intensa, esto debía ser que por fin había visto "la luz", había llegado el fin de su vida, hasta que esta luz también explotó dejando múltiples y delicados cristales, y una humareda grisácea que lo envolvía todo, la cama se estaba quemando.
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-Es el tercer holter que estropea este mes, nos vemos obligados a suspenderle su estancia en esta mutua.
Fue testigo de estas palabras, antes de que le despidieran del hospital donde presentó los restos del aparato y su malla totalmente chamuscada, vio cómo quedaba con cara compungida, saliendo muy triste, aquel hombre arrítmico se había quedado sin las visitas de su cardiólogo favorito, pero ella había tenido el polvo de su vida y no pensaba abandonarlo, aunque quizás el colchón con muelles podía esperar a comprar en primer lugar un buen extintor.
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No hay mal que por bien no venga
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