No se si vendrás...
Te espero con la inestimable compañía de una botella de vino de color granate oscuro, como el color que recuerdo de tus labios y el aroma fuerte y penetrante asilvestrado que te suele rodear.

Las paredes de la habitación se abren y entramos en un espacio indeterminado de noche sin relojes, si apareces, me estirparás de la tierra del sueño, germinaré entre las yemas de tus dedos, te convertirás en mi propia oscuridad y abrazaré la noche insomne con dulzura.

Sentado en el borde de la cama, mirando lejos a través de los pequeños espacios sin vaho del cristal, pienso en tu cuerpo y en el deseo que plantaste con tanto cuidado por debajo de mi piel.

Noches de nuestros cuerpos desnudos, vestidos eso sí solo con risa e ironía, pintaste tus labios y encendiste una hoguera dentro de tu pecho solo para mi.
Arden las noches con ese fuego y se congelan cuando se apaga.

Los días nos han llenado de polvo gris de soledad, se han pegado a nuestros miembros y las palabras surgen enredadas en telearañas de hilos de seda multicolores.

Me falta tu misterio, tu sonrisa capaz de leer mis poros y envolverme con dulzura como solo tú sabes, pero en tu mirada oblicua de hoy percibo el desafío, paso mis manos por mi mejilla con su barba afilada de tres días, cierro los ojos y la estancia se llena de tu aroma.
Tramposa:
¡ No vale ya me estás embriagando de nuevo !.

Entrecierro los ojos y me estremezco a tu roce imaginario muy delicado, como el aire del ala de las mariposas que diseña los contornos de mis labios. Tiritan descontrolados y solo entonces me abrazas impetuosamente.

Este hilo de silencio que comienza ahora de nuevo durante meses y viene a encender el mutismo eterno de una ausencia anunciada.

Estar así contigo sin estar...