lunes, 24 de noviembre de 2025

De repente comprendió que debía haberse esforzado más en sus clases de Lengua Castellana con su profesora Mari Carmen. O quizás no en las clases, en los benditos adverbios, no les veía utilidad, le parecían un adorno, era un territorio oscuro donde él se perdía como un turista sin el Google Maps.


- Te quiero aproximadamente. 

Dijo, muy convencido de que aquello sonaba romántico. Ella parpadeó, dos veces exactamente.

- Aproximadamente… ¿cómo que aproximadamente? 

Preguntó intrigada, inclinando la cabeza con una pizca de ternura y otra de alarma.

- Pues… eso, que quiero aproximarme a ti 

Reformuló él, creyendo que estaba arreglando el desaguisado, como cuando el navegador del coche se queda en suspenso, con una banderita parpadeante: "Recalculando"

No, la realidad es que solo lo estaba deslizando hacia otro desastre, tanto com o durara la conversación.

- Ya… 

Ella respiró hondo, con paciencia 

- Creo que te entiendo… más o menos.

Él sonrió, feliz por haber sido “más o menos” entendido. No era un diez, pero era un aprobado justo, y eso ya era victoria.

- El problema es que me gustas, algo.

 Añadió.

- ¿El problema?¿Algo? 

Ella sonrió de lado, empezando a pillarle el truco

¿Quieres decir que te gusto… bastante?

- Sí, sí, eso, exactamente bastante… casi.

- Ajá. ‘Casi bastante’. Vale. Continúa 

Respondió ella, como quien acompaña a un niño que está aprendiendo a hablar. Él ya se vino arriba.

- Tú estás colgao por alguien… o sea, yo estoy colgao o alguien está colgao.

Ella se rió bajito. Ahí ya no traducía, solo disfrutaba del caos.

- ¿Esta es tu forma de seducir? 

Preguntó, pero sin dureza. Más bien como quien estudia un fenómeno lingüístico raro.

- No te enfades tampoco

Suplicó él, usando “tampoco” como si fuera sal y la echara sobre todo.

- No me enfado. Solo… que me cansas un poquito demasiado 

- Dijo ella divertida, ahora jugando al mismo juego, mezclando adverbios como quien estrena un juguete nuevo. La reacción de él fué inesperada, abrió los ojos como platos, fascinado.

- ¿Eso quiere decir que casi follamos? 

Soltó él, con la ilusión de alguien que cree haber resuelto una ecuación complicada. Ella no se escandalizó. Al contrario, arrugó la nariz divertida.

- A ver… “casi” no. Digamos que “eventualmente podríamos haber” 

Respondió, devolviéndole el error con gracia académica.

- Pues sí. 

Dijo él, celebrando contento el tener cualquier respuesta afirmativa.

- Es una lástima, has estado a punto de conseguirlo. Siempre he querido acostarme con un imbécil.

Ella se puso las manos en la cintura, mientras contestaba.

- Cuando dices “imbécil” quieres decir… ¿“alguien un poco confuso verbalmente”

Propuso, intentando auto-suavizarse el golpe.

- Sí, eso. Muy confuso. 

- Muchísimo poco confuso 

Aclaró él, orgulloso.

- Perfecto 

Dijo ella, ya sumergida en ese dialecto imposible

- Mira, te salva que yo esté algo bastante salida y tú estés muy bueno aproximadamente.

La cara de él se iluminó.

- Entonces… tal vez follaremos cerca.

Ella parpadeó otra vez. Muy lento. Como quien reinicia el sistema.

- Cerca no. Pronto 

Lo corrigió con paciencia infinita, acercándose un paso

- Pero solo si te callas… definitivamente.

Él asintió con la cabeza, rotundamente suave. Así quedó él, atrapado en su selva de adverbios mal utilizados, y ella, traduciendo, reinterpretando y convirtiendo cada torpeza en un puente, porque a veces el lenguaje falla… pero siempre hay alguien que te entiende, aunque tengas la gramática en huelga.

1 Asuntos :

Erik dijo...

Pues menos mal que no utilizaba lenguaje de signos.