Poca gente en la calle, personas con miradas furtivas, describiendo curvas sin sentido para esquivarse mutuamente, me recuerad un Pin Ball gigante, breves saludos con los ojos, silencios lacerantes y aproximaciones imposibles, colas de personas destacando sobre el gris de las aceras, separados en círculos imaginarios, la cabeza baja, mirándo el suelo, silencio lacerante de muertos, las víctimas mortales lejos, olvidados de todos, sus cuerpos inertes aislados con silicona, no existen para los informativos orwelianos estatales, solo saltos de alegría con los recuperados, cumpleaños bailes, canciones y aplausos en los balcones, la televisión un engaño huidizo de la realidad.
Pero ya no está en ese súpermercado, ya salió, angustiado con la musculatura tensa y encogida, bien pegada a los huesos tratando de digerir ese desayuno de sensaciones nunca antes ingeridas. Las rumia y las mastica bien, ahora es rápido llegar a cualquier parte, puede oir su propia respiración bajo la mascarilla.
Ella sale a recibirlo, que suerte, se dice a si misma, qué suerte la compañía, saberse esperada, quiere decírselo, así con esas palabras, pero no puede, la necesidad de desahogo es tal que no le deja ni sonreír para darle las gracias por estar ahí, dentro de su casa salvadora, al lado de la línea segura de la vida.
Esa línea separa el dentro del fuera, es la última parte del plan, una línea en la que a él le toca jugar fuera, ella juega dentro, recibiendo todo lo desinfectado, sacando las lechugas de la bolsa en la que estaban envasadas o trayendo los botes abiertos para derramar su contenido dentro. Su terreno es el limpio, el de él es el posible contaminado, el mortal.
- ¿Había mucha cola?
- Más de la que esperaba.
- ¿Iban todos protegidos?
- Un poco de todo, unos tapados como moros y otros totalmente relajados, sin mascarillas ni nada, yo cogí los guantes nada mas entrar.
Se saca la ropa y la deja en una caja de cartón en el descansillo antes de traspasar la puerta, pueden verlo los vecinos pero da igual, la prioridad es mantener un espacio seguro detras de la puerta de entrada, calzoncillos, calcetines aterrizan por encima y por último las deportivas que van a otra caja de plástico, como si fuera la cámara de descompresión de una nave espacial. Pasa desnudo por delante mientras ella le mira divertida mientras cierra la puerta y se acerca al baño, ya cogerán las cajas mañana para meter su contenido directamente en la lavadora.
Ella limpia las verduras con un chorro de agua caliente, los envases, plátanos y manzanas, mientras él frota su piel, mirando como le cae el agua sobre el pelo y se escurre por todo el cuerpo.
Etiquetas: confinamiento , relato
6 Asuntos :
Muy bueno, ese protocolo de desinfección al volver de la compra es una excusa perfecta
Un abrazo
Es que el bicho...
jajajaja la confinación rozando la incontinencia ... Un abrazo confinado Alba
Erik, como decía mi madre no hay mal que por bien no venga .....
Un abrazo !
Siempre hay que intentar sacar "ese" lado positivo, y cuando uno es mañoso, ya encuentra la forma para sacar(lo)😁
Otro de los placeres, leer(te).
Un abrazo al aire.
Ginebra, otro de los placeres:
que te pases por aqui
Abrazo protegido
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