viernes, 26 de agosto de 2016

Me invade la oscuridad, el peso del silencio y los recuerdos, acabo de despertarme en medio de la nada, solo oigo los ruidos que yo produzco, creyendo haber oído algo en la ventana. 
Miré y rebusqué pero no había nada.
Volví al lecho, di una vuelta sobre mi mismo en la cama, agradecí el resguardo de la sábana y sus caricias resguardándome del frío de la madrugada. 

Aún no había cerrado los ojos cuando creí volver a oír ese extraño 
ruido. Era como si arañaran los cristales, pero no veía nada.
Me levanté de la cama poniéndome una sudadera blanca de algodón y me acerqué.
Sabía que era luna nueva, sin embargo las estrellas habían desaparecido a pesar de no haber ni una sola nube, como si aquella noche alguien se hubiera molestado en descolgarlas para que la oscuridad celeste fuera todavía mas profunda.




Tuve una premonición y abrí la puerta para cerciorarme de que no había nadie pero ahí estaba ella, quieta como un poste, desafiante, hermosa y exuberante en el quicio de la puerta con una capa de color negro que le tapaba el rostro, pensé que era una visión y que yo había perdido definitivamente el juicio, fui a cerrar pero mis brazos no obedecieron a mi cerebro, ella permanecía impasible mirando fijamente.

-¿No me dejas entrar?

Se acercó levemente a mi oreja, murmuró mi nombre y luego acarició con sus labios mi mejilla, se desabrochó parte de la capa y acercó su cuerpo abrazándome, mi mano recorrió su espalda desnuda bajo la capa y el frío sucumbió a un escalofrío bajo la tela.

Me tiene acorralado contra la pared, su cuerpo ondulando exuberante y provocativo sobre el mío.
Me sujeta los brazos con las garras y con los colmillos hace saltar los botones, luego saca su lengua, carnosa y felina y lame los contornos de mi entrepierna.

Siento el calor que emite quizás excesivo, sus latidos acelerados y escucho a mi propia piel expectante, me escurro de su cerco, retrocedo hasta el sofá, me encojo.
Solo se que se relame mientras me mira, se acerca, evalúa la situación, me apresa con un rápido movimiento.

Me mantiene inmóvil mientras sube mi sudadera por la cabeza, me desviste y contempla como cae al suelo, hay tanto silencio en la estancia que puedo oír el estrépito de la tela estrellándose contra el suelo.
Me deja totalmente desnudo mientras hociquea entre las piernas.
Se me doblan las rodillas y me desmayo .......


......  Hoy no recuerdo nada, me desperté por culpa de un penetrante olor a azufre y encontré todas las sábanas quemadas.

3 Asuntos :

Ginebra Blonde dijo...

Mmm… Eso huele a diabla… De esas exuberantes de cuernitos rojos y tridente…
A veces el infierno no es tan malo… :-P

Un placer tu relato, amigo… Te lleva…y te adentra en su "fuego"...

Bsoss y feliz finde!

Clip dijo...

Hola Ginebra, pues has olido bien y como tu muy bien dices hay partes del Infierno que no suenan tan mal.

El placer es tu visita, un beso (sin diablos de por medio)

Misthy dijo...

Hay preguntas que sólo en el momento se podrían responder... pero en lo personal, abriría... siempre me han gustado los "diablitos".

Tentadores besos.