Etiquetas: sensualidad , video
- Contestador. contestador ¿tu amo ha recibido mas llamadas de una mujer hoy?
- Pues si mi señora, concretamente tres.
- ¿Y con cual de esas llamadas ha estado mas sonriente?
- Con la segunda mi señora.
- Y cuando le llamo yo ¿que hace?
- Pues no lo se, porque ahora no está.
- Contestador, ¿no puedes ser mas específico?
- Es que no me esta permitido dar mi opinión. Debe hacer preguntas concretas mi señora, soy un contestador no demasiado desarrollado, los de la última generación pueden especular y hacer comentarios políticos, pero son bastante mas caros.
- Hummm ¿Concretas? ¿Que tamaño de rabo tiene tiene tu dueño?
- Bastante grande con respecto a la media nacional.
- ¿No puedes ser mas específico?
- 21 cm. y 1/2 por 5,2 cm de diámetro.
- Vaya no está mal, aunque el tamaño no importa.
- Soy un contestador mágico mi señora, le aviso que no necesita emplear mentiras de humanos.
- ¿Tu sabrías a que hora va a venir hoy?
- No sé, cuando ha recibido la segunda llamada se ha duchado y ha salido corriendo, activándome para que realice mi función.
- ¿Le podrías dejar un mensaje para cuando vuelva?
- Si, espera la señal Pip, pip, pip, piiiiip...
Ya se que parece que por fin he perdido la razón, pero desde hacía un buen rato me parecía oír en la lejanía una voz femenina de mujer, a pesar de lo apartado de la civilización en que se encontraba este camino, hasta hoy pensaba que los cantos de sirenas eran solo audibles en el mar, por lo tanto debía ser una ninfa pérdida en el bosque, mi mente se perdió entre los sufridos marinos que acompañaban a Odiseo y en el peligro de las Sirenas, cuyo canto enloquecía a quien las oyera y que para evitar una muerte segura siguiendo los consejos de Circe, Odiseo ordenó a sus hombres taparse los oídos con cera y mientras mandó ser atado al mástil para evitar tirarse al mar.
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Comprobando que no queda arena en el bañador |
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Mientras se quita la arena a veces se puede perder el equilibrio |
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Quitarse la arena, no es fácil.... |
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Para demostrar que no queda arena solo hay una forma .... :) Claro que sin bikini, no hay arena incrustada. |
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A este menda , que se quedó en este estado sin darse cuenta, lo detuvieron por escándalo público y agravio comparativo con las autoridades |
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Quitar la arena del cuerpo exige una serie de sacudidas que pueden ser malinterpretadas |
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Agradecimiento al verse liberada de los granos (de arena) |
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Como se puede apreciar este chico parece que tenga celulitis en la espalda pero es arena |
La situación se volvió insostenible, los Pararazzi armados con sus grandes cámaras desmentían las acusaciones, M.F.R. estaba fuera de sí.
Etiquetas: comida , relato , spaguettis
Un olor penetrante y dulce a tabaco y marihuana me envuelve cuando bajo los escalones que me llevan a aquel pequeño antro bajo la Plaza Real, los acordes de la música en vivo han empezado ya y los clientes se mecen en las sillas, rodeados de cervezas bajo el ritmo de una percusión hipnótica.
Observo a unos negros con gorras de colores y algunos conocidos de vista, uno me ofrece un trago de cerveza fría, otro me ofrece algo de hierba jamaicana, el efecto psicótico es casi inmediato, pronto estoy volando, la música me transporta a otra dimensión, siento como si subiera por las paredes para aterrizar una y otra vez en el mismo sitio, en este local se interpreta 'funk' y 'jazz' casi a partes iguales, los sonidos de los bajos penetran poco a poco en mi sistema nervioso, cada nota se mete mas que la anterior y penetra profundamente en la espalda y las piernas empiezan a desentenderse del cerebro y a obedecer a los músicos allí presentes.
¡Ah! por fin dejo de pensar y el cuerpo se suelta como si cada articulación y miembros se relajaran por completo, los brazos ondean como trozos de gasa bajo los efectos de la brisa, se mueven las caderas en lentas ondulaciones, los hombros se agitan por cuenta propia, fluidos y libres como las ramas de los árboles con el viento del mar.
Mi mente va enterrando gradualmente todas las ansiedades, tensiones y frustaciones, todo mi cuerpo se armoniza con la música, ahora estoy en la pista de baile, sincronizado con la pequeña multitud, dejo de observar a dos hombres besándose tiernamente a mi derecha, los enormes marines negros de delante moviendo impetuosamente sus músculos y la altísima y escultural negra a mi izquierda que se mueve con la flexibilidad de un junco, estoy completamente absorto en la plegaria de éxtasis entre mis movimientos y los acordes.
Una fina capa de sudor perlado cubre mi cuerpo, desde los poros del cuero cabelludo a la creciente humedad entre mis piernas, el ritmo pegadizo continúa, la pista de baile está tan abarrotada que rozo a los más cercanos con brazos, manos y caderas.
Noto una presencia que está detrás de mí, estoy demasiado concentrado como para darme la vuelta, de vez en cuando, una rodilla me roza ligeramente las nalgas, una mano me toca la cadera, por hipnótica que sea la música, el bailarín que me cubre las espaldas invade mi estado soporífero, me muevo hacia delante para huir, pero los pies descuidados de los rastas que tengo delante me obligan a retroceder.
Me tambaleo hacia atrás, siento unos muslos blandos que no retroceden, ahora se que se trata de una mujer, me vuelvo ligeramente para mirarla, pero las ondulaciones de mis caderas siguen haciendo que me frote contra mi propia erección, mi cuerpo empieza a implorar el contacto tan ansiado mientras mi espalda, caderas y culo se funden mas y mas con los movimientos de la desconocida, sus manos ahora guían los giros de mis caderas y bailamos en una sincronía casi perfecta.
Mi corazón pierde un latido cada vez que mi espalda o la parte posterior de mis muslos la encuentran en su camino, sus manos siguen aferradas en mis abdomen, esta vez sin recato, atrayéndome poco a poco hacia ella, hasta que siento su pecho contra mi espalda, la hebilla de su cinturón contra mi culo, la música me mantiene allí, no me asusto, porque el toque, la sensación, hasta el olor de esta desconocida me resultan familiares quizás bailamos también entre recuerdos del pasado ya olvidados y presencias por vivir.
Nos acompaña el olor penetrante y dulce del incienso y el color azulado del humo sobre el sudor que baña nuestra piel, olores que ahora me envuelven, me unen a su cuerpo, mientras la música sigue y el público se mece bajo su ritmo pegadizo.
Ahora sus manos me acarician de nuevo el abdomen, noto sus pezones rígidos contra mi espalda, todo está permitido en este oasis mágico envuelto en acordes, en el único momento de lucidez me da la impresión de que todos nos miran pero advierto que ese universo está entregado a los acordes, ignorando el entorno.
La desconocida me arrastra hacia su radio, cedo ante su fuerza suave, sus brazos me rodean, y nos mecemos con la percusión como si fuéramos uno, mis caderas le responden a ella automáticamente pasando de mis órdenes, presionándose contra ella, mas y mas, de alguna manera, su mano se ha movido discretamente bajo mi camisa y mi mano de una forma totalmente desobediente e impropia bajo los pliegues sueltos de su falda negra de gasa, sus muslos están totalmente mojados y sus bragas bajan con facilidad, noto que mis dedos comienzan un lento masaje siguiendo el ritmo que lo envuelve todo, mis dedos acompañan cada acorde del poderoso bajo con una embestida profunda, ahora, mi único temor es que la música llegue al clímax antes que yo, el suspense crece y crece, la pieza de funky es interminable, me tiemblan totalmente las piernas, estoy ardiendo y jadeante, no se como ella se ha metido en mi sangre, pero sus pequeñas contracciones incontroladas me hacen hervir.
Instintivamente, apoyo la parte posterior de mi muslo para frotarlo contra su sexo, ella entonces baja la cremallera y mete la mano bajo la bragueta de los jeans y empiezo a gemir, la tensión es muy fuerte, vuelvo la cabeza, pero la penumbra sólo me permite ver la silueta de una cabellera rubia, no importa ahora ya sé quien es.
En venganza no quito los dedos de su clítoris palpitante, quiero robarle su aliento, quiero oír sus gemidos sobre mi espalda, ahora un fuego frío me domina, me deja suspendido en el abismo interminable del vacío, mientras noto sus convulsiones y yo me disuelvo en una cadena de explosiones mientras su cuerpo estalla al unísono, se me doblan las rodillas, me apoyo en ella cuando estoy a punto de caer, sosteniéndome en sus hombros hasta que recupero el equilibrio.
La pieza termina, y la multitud se vuelve loca, aplaudo con la mirada, casi sin fuerzas y me vuelvo para besar a mi bondadosa compañera y estudio el cortejo previo para poder repetir el conjuro algún día, pero ya se ha ido.
Unos brazos potentes me ayudan a subir los escalones para salir del local.
-¡Pero si no quiero irme todavía!.
-No, no te vas, te echamos.
-¿Por que soy blanco?
-No, porque no sabes bailar, te has estado moviendo como un espantapajaros desacompasado toda la noche, pisando a todo el mundo y molestando con tus ridículos braceos, luego has empezado a proferir alaridos hasta que has desconcentrado a los músicos.
-Pero, yo le gustaba a esa chica.
-Esa chica era la cantante y ha bajado del escenario a ver si podía apartarte del centro de la pista y tu vas y le metes mano.
-¡Pero ella me ha metido mano a mi también!
-El que te ha metido mano es ese marinero negro que tenías delante al que por cierto has pisado repetidas veces, supongo que se ha pensado que era tu curiosa forma de cortejo.
-Soñé que te tuve, durante tres largos días.
La miro y no contesta, pero me doy cuenta que no puede haberme oido porque no recuerdo haber emitido mi propia voz, luego me acuerdo que hace unos meses había estado con ella, saboreando su piel y susurrándole al oído todo tipo de cosas, ¿tan rápido pasa el tiempo? o quizás he vuelto a mezclar deseo con realidad.
Ahora estamos en un bar y esto parece algo de otra vida, no se como hemos llegado los dos aquí, frente a frente, me estoy dando cuenta que no paro de repasarla con mis ojos, me pasaría la vida entera mirándola, por fin abro la boca y le digo.
-Quizás debería olvidarme de ti y buscarme una chica que quisiera estas palabras que aún no te he dicho, pero ninguna otra tiene tu sonrisa, tu voz o tu mirada cristalina.
-Ni mis tetas o mi culo.
Añade ella con una sonrisa pícara y se deshace todo el encanto, noto que enrojezco.
Por suerte en el espejo que tenemos delante veo que aún no he abierto la boca, lo cual me alegra, aún tengo otra oportunidad, la vida dura lo que tarda en esfumarse un momento y yo soy experto en 'esfumarlos', tomo un sorbo de cerveza mientras la conversación paralela sigue por otros cauces pero mis mejillas siguen de color carmesí.
-Puedes pedirme tres deseos eróticos, menos follar lo que quieras, estoy comprometida y encerrada por haber sido infiel a mi anterior amo y comprenderás que no quiero quedarme aquí para siempre.
Nunca pensé que la compra de aquella vieja lámpara de aceite por eBay, me hubiera dado un susto igual, el caso es que ya ni me acordaba de haber pujado, ofrecí un euro y me olvidé del asunto, hasta que un buen día, llamaron a mi puerta y un operario de FEDEX me la entregó.
Estaba perfectamente protegida en un sobre con burbujitas y varias hojas de papel de seda de colores, era dorada y parecía bastante antigua, la froté con un paño para que brillara más.
Un destello fulgurante me tiró hacia atrás y sentado en el suelo, de la pequeña abertura salía un humo brillante azulado, formando en el aire la figura de una voluptuosa y hermosa mujer semidesnuda que me habló con una voz muy sensual.
Entonces también pensé lo que seguro que estáis pensando ahora, que por fin había perdido la razón.
Pero debía sobreponerme, alguien había encerrado a una hermosa mujer oriental en aquella lámpara.
Decidí sacrificarme y pedir esos deseos eróticos...... ¡Hay que ser solidario con las mujeres semidesnudas que salen de las lámparas!
Al principio pensé en lo típico, una buena felación, o una masturbación entre aquellos hermosos pechos pero me sabía mal que la 'genia' abandonase mi lámpara pensando que era el típico salido que se encuentra una lámpara de Aladino erótica, de modo que le pedí los siguientes deseos:
-Mira, primero quiero que cada deseo que te pida, tú me pidas a mi otro, lo que más desees en cada momento.
-Pero entonces tendrás 6 deseos, los tuyos más los mios……
-Tu misma pero estás a punto de incumplir el primero.
-Vale acepto, concedido.
-Mi segundo deseo es aplastarte con las yemas de mis dedos en tus labios deliciosas y aromáticas frutas del bosque, hasta que sus jugos y perfumes te invadan, pero no puedas pasar tu lengua para saborearlos.
-Buffffff, pues mi segundo deseo es que me limpies ahora mis labios con tu boca.
Heme aquí con la mujer más hermosa que jamás haya visto, totalmente desnuda sobre mi mullida alfombra, con los labios y parte de su cara de blanca piel manchada de fuertes colores, moras, grosella, fresas, me costó muchísimo limpiar aquellos labios carnosos sin comerlos, pero pasé mis labios humedecidos y en una tarea imposible le fui extrayendo aquellos néctares. Ella se retorcía de placer y entreabría la boca intentando crear un vacío que absorbiera mi lengua. - Mi tercer deseo es hacer lo mismo con tus labios vaginales pero en lugar de mis dedos para aplastar la fruta, utilizaré mi miembro como un rodillo apretado entre mi vientre, contra tus muslos, contra tu cueva ardiente.
-¡Aiiiiiiiis que mierda!.¿Crees que voy a aguantar otras dos horas con tu boca ahí saboreándome?. Ahora solo deseo que me penetres. Tu ganas, ya me quedaré aquí otro siglo hasta que encuentre a otro incauto.
-¡Mira que te lo dije!
-No seas catástrofista mujer solo nos hemos desviado un poquito del triángulo de seguridad marítima, seguro que esos vienen a advertirnos, además estamos en un humilde velero, las cosas no van con nosotros...
El caso es que una zodiac provista con un motor de 120 caballos avanzaba rápida hacia nosotros, huir era imposible pues era un día con mucha visibilidad, de modo que fui arriando las velas, ahora me esperaban dos temporales, los piratas y mi mujer, desde el camarote sonó como una trompetilla una voz chillona.
-¡A que marino de pacotilla se le ocurre una travesía por el Indico enfrente de las costas de Somalia!
-Tranquila mujer, seguro que vienen a informarnos.
Una vez abordados, me dí cuenta que llevaban un motor mágnifico un 'honda' de cuatro tiempos y 120 caballos de potencia, eran 4 somalíes de apenas 20-25 años, con el torso lleno de tatuajes y bocas desdentadas, por señas me indicaron que estabamos secuestrados y que si queríamos seguir con vida, teníamos que pagar un millón de € (me costó un poco llegar a esta conclusión por lo elevado de la cifra), el caso es que también por señas les hice ver que no disponía de ese dinero y que el barco que habían abordado no valía ni 20.000 € en el mejor de los casos (en este punto los somalies empzaron a reir), sobretodo cuando vieron mi sencillo motor fueraborda de 5 caballos, el caso es que me dijeron que ya que era español mi país se hiciera cargo de mi rescate (ahí me dió a mi un ataque de risa), les expliqué que en mi país había sufrido otro ataque de piratas peores que ellos (los socialistas), que no habían dejado un euro y que estábamos en una crisis muy fuerte, también por señas les indiqué donde estaba la radio y que llamasen ellos por si no me creían, al otro lado de la radio al indicar que habían secuestrado nuestro velero y que pedían un millón de €, se oyeron también risas metálicas.
El caso es que aquellos salvajes de torso desnudo me indicaron también por señas que en este caso harían una excepción, violarían a mi mujer luego a mi y nos dejarían marchar, pensé que por fin podría tener una primera experiencia anal, pero les advertí que en lo referente a la violación se lo preguntaran primero a ella por si acaso y les advertí (por señas) que no era buena idea.
Bajó uno educadamente a preguntar, se oyó un golpe seco metálico y subió sangrando con una magulladura en la cara. Los otros tres bajaron en tromba y siguieron idéntica suerte, patadas en los testículos, sartenazos, mi mujer en su hábitat es muy peligrosa, el caso es que cuando salieron a por las armas, observaron que me habían 'caído' al mar y al saltar a su embarcación a por más, observaron como también les había cambiado el motor por el mio y había soltado las amarras, mientras ellos estaban intentando convencer a mi mujer en el camarote de las bondades de una violación mientras recibían sartenazos.
Cuando estabamos a un poco alejados, mediante el lenguaje internacional de las banderas, les dije:
-¡Os lo dije!
Y mi velero ahora vuela sobre el mar, tiene un empuje extra de 120 caballos, aunque creo que me toca un periodo largo de abstinencia, pues aún no me atrevo a bajar al camarote.