sábado, 25 de abril de 2020

Olga estaba delante del ordenador, chafardeando las novedades de su grupo de Facebook, llevaba media hora pero no estaba sola, le acompañaba una botella de tekila, la noche estaba resultando aburrida, de repente, simultaneamente le aparecieron tres privados, contestó con educación siguiendo el protocolo del orden de llegada de los mensajes y fue contestando uno por uno, las conversaciónes no eran ni llamativas ni originales, uno le preguntó solicito por sus pies, otro por su estado civil, dirección postal y si estaba sola, sentada o acostada, otro quiso saber sobre su edad, salario y medidas del busto, dándole todos sus nicks del skype y el número de teléfono movil, intentaban captar su atención con preguntas y ambiguedades, estaba a punto de salir hastiada, de repente en el margen superior derecho un aviso le marcaba un privado ....
Mientrás expandía mecanicamente la ventanita, pensó, otro pesado mas (mas de lo mismo pensó), ¿cuál seria su estrategia para llamarle la atención? esta vez al menos hubo un 'hola' cordial, esta vez fue ella la que se interesó por el nombre, puesto que no estaban hablando de nada, por cortesía intercambiaron sus nombres, pero al decirle el nombre Slater, se le abrieron los ojos como platos, no podía ser, ese nombre lo asociaba con muy buenos recuerdos por dos personas muy cercanas y que curiosamente se llamaban así, por otra parte la rareza del nombre hace sea una curiosa e intrigante casualidad, uno era un amigo con el que hubo muchas risas y complicidades que desembocaron en la cama, una sola e inolvidable vez, luego se perdieron el rastro.
Se lo hizo saber a su interlocutor, ante esta casualidad èl le preguntó si el nombre era como la etiqueta que marcaba comportamientos futuros, en base a conocimientos pasados, una especie de llave que abría o cerraba su interior, Olga le mintió diciendo que nunca tuvo amantes llamados Slater, no quería ponerselo tan facil, quería probar como era realmente.

Se revelaron amantes de la literatura y decidieron crear un relato a partir de las conclusiones que sacaban el uno del otro de su pequeña charla. Slater recopiló la primera parte que hemos leido hasta aquí y Olga le fue recriminando que lo rellenarar con tantas cosas de su cosecha.

-Slater: es un relato, no lo chafes era una mera ensoñación.
-Olga: ah vale, tienes razón, me quedaré con esta coincidencia.

Pero se quedó muy pensativa.
Sonó el timbre de la puerta, se levantó de la silla y abrió la puerta, un repartidor de butano estaba al otro lado con una botella al hombro, llevaba una etiqueta bordada en el mono naranja en la que se podía leer 'Slater', se quedó tan traspuesta que dejó que le dejase la botella con el aturdimiento (ella tiene gas, pero bueno) y volvió dando traspiés hasta su estudio, aquel repartidor le recordó a alguien que podia ser una persona que conocio dias atras en el mercado y que muy amablemente le dio una agradable conversacion mientras esperaban en el exterior del super por lo del confinamiento, le gustaba la literatura y escribía por lo que ella le prestó atención.
¿Qué estaba pasando?

Ahora de nuevo frente su teclado, hablando con un desconocido, que también decía llamarse Slater, entonces sucedió algo francamente misterioso, le vino un flash de su profesora de literatura, le enseñaba que los puntos suspensivos eran como un comodín en los que se podía uno imaginar cualquier cosa, un recurso que indicaba el paso del tiempo. No se porque pensó en 4 de esos puntos gigantes en su mente.

-Slater: ....
Sin escribir nada más
-Olga: ¿Mierda me lees la mente? ¿Cómo has sabido que pensaba en 4 puntos suspensivos? ¿Cómo lo has sabido?
-Slater: Porque sabía que pensabas en ellos
-Olga: es verdad, confesó.

Quedó extrañada y a la vez intrigada, su desconfianza le llevó a pensar en algún conocido de su círculo íntimo, que le estuviese gastándo una broma macabra, pero eso no la libraba de su ambiciosa curiosidad. Siguieron con una bonita y agil conversacion, en la que sin preguntas directas, supieron informacion uno del otro y hasta se escapó alguna sonora carcajada, surgió espontaneamente, dos totales desconocidos que sin embargo se conocian sin saber como, ella empezó a bromear, abriendo las barreras que siempre acostumbraba a colocar.

Pero Slater no queria impresionarla, no estaba interesado en gustarle, mas bien al contrario, le colocaba contestaciones que rozaban la indiscreción, o hacía parodias de si mismo, pero todo lo que allí se escribía se transformaba en giros divertidos, el mundo paralelo se fue abriendo y Slater solo disfrutaba leyendo lo que Olga escribía y ella estaba encantada con cada frase que emergía de aquella pantalla, se utilizó alguna tecnica chatera que otra, para desvelar secretos el uno del otro, para saber que tenia un blog olvidado, muy íntimo y publicado en Internet, vendiendo futuro literario del bueno.
Quizás ese desinterés aparente de Slater, empeñado en no gustar a Olga era lo que a ella le atrajo y le hizo seguir gustosa esa conversacion.
Slater se comportaba con la seguridad y el descaro de conocerla de antemano, Olga no coqueteaba con Slater pero a el le gustaba saber que ella estaba intentando seducirle y quizás a ella tambien en sus respectivos escudos de ironías e indiferencias, pero enganchados freneticamente a sus respectivos ordenadores. 
Olga es una persona cansada de la mentira y las tonterias de las palabras y frases comodín que se dicen a todas cuando solo lo que persiguen es obtener una dirección de skype para cam, fotos o una llamada telefónica.
De modo que Olga le hizo creer sin mucho empeño que llevaba unas bragas altas de abuela y que era monja de clausura para matar el elemento externo de la pasión pero ni con esas dejaron de hablar mientras el exterior se difuminaba en sombras.
Slater también misteriosamente acertó su color favorito (verde) y entonces ella dejó que su imaginación volará indicandole el color de su cabello (rubio) y el color de su piel y en lo bien que qedaba el contraste que representaba dicho color.
De repente y sin saber como se vio jugando con el, hablando de los colores de ropa (tangas para él), era un 'hombre' que se le va a hacer, imaginaba mejor los colores en forma de tangas ...
Pero ya había caído en su trampa taimada,y sin saber como acabó disfrutando al describir sus actuales braguitas de color negro y encajes.
Acabaron decribiéndose el uno al otro, el como hombre, tramposo por naturaleza no se fijo en las normas y dejó que la conversación fuera expandiendose como el agua en una cesta de mimbre recorriendo todos los rincones inexplorados.
Olga dejó que Slater siguiera hablándole del tono blanquecino de su piel y fantasear con todas las posibles combinaciones de su piel con los colores del arco iris, menos el amarillo se apresuró a decir, para luego echarle el jarro de agua fria y decirle que no estaba en ropa interior ni mucho menos, le gustaba hacerle padecer (era mujer), aunque ya sabía preocupada que no estaba con un hombre normal y sus sueños serian los suyos, si no ponía remedio, era un don y una maldición, al fin y al cabo se llamaba Slater y no estaba dispuesta que ese nombre decayese en su favorable percepción.
No se si los sufridos lectores sacarán la conlusión de si estuvo acertado seguir la historia de dos niks que un miércoles por la tarde coincideron en un chat.
Dos extraños no tan extraños, que tal vez nunca mas juntarian sus vidas pero compartieron un relato, que una vez desarrollado en 200 páginas, se convertiria en premio Planeta, un Best Seller de éxito titulado 'Confinados en un Chat'.
200.000 € de premio con los cuales Slater tiene un problema, aparte de que el 55 % se lo lleva crudo Hacienda, Slater quiere encontrar desesperadamente a la chica de las bragas verde oliva, para darle su parte y sentirse bien, pero solo sabe que Olga es una buena profesora que siempre resuelve los problemas de sus alumnos, tiene un plan infalible, de momento se ha disfrazado de butanero, con su nombre en el mono naranja de trabajo, va casa por casa hasta que encuentre a Olga.
Olga que paseando encontró ese libro en un centro comercial y vió su tremendo éxito, pensó que haría un esfuerzo y se compraria unas braguitas verdes y se haría llamar a partir de ahora Olga (su nombre real es Minerva)
Olga la de las bragas verdes
Desde hace algún tiempo cuando abre la puerta al butanero (y eso que tiene gas), se abre el albornoz, para que se pueda ver su tanga verde, mientras se ha corrido la voz y todos los butaneros se pelean por ir a entregarle la botella.




Se acumulan en su casa los envases naranja....

miércoles, 15 de abril de 2020

Poca gente en la calle, personas con miradas furtivas, describiendo curvas sin sentido para esquivarse mutuamente, me recuerad un Pin Ball gigante, breves saludos con los ojos, silencios lacerantes y aproximaciones imposibles, colas de personas destacando sobre el gris de las aceras, separados en círculos imaginarios, la cabeza baja, mirándo el suelo, silencio lacerante de muertos, las víctimas mortales lejos, olvidados de todos, sus cuerpos inertes aislados con silicona, no existen para los informativos orwelianos estatales, solo saltos de alegría con los recuperados, cumpleaños bailes, canciones y aplausos en los balcones, la televisión un engaño huidizo de la realidad.

Pero ya no está en ese súpermercado, ya salió, angustiado con la musculatura tensa y encogida, bien pegada a los huesos tratando de digerir ese desayuno de sensaciones nunca antes ingeridas. Las rumia y las mastica bien, ahora es rápido llegar a cualquier parte, puede oir su propia respiración bajo la mascarilla.

Ella sale a recibirlo, que suerte, se dice a si misma, qué suerte la compañía, saberse esperada, quiere decírselo, así con esas palabras, pero no puede, la necesidad de desahogo es tal que no le deja ni sonreír para darle las gracias por estar ahí, dentro de su casa salvadora, al lado de la línea segura de la vida.

Esa línea separa el dentro del fuera, es la última parte del plan, una línea en la que a él le toca jugar fuera, ella juega dentro, recibiendo todo lo desinfectado, sacando las lechugas de la bolsa en la que estaban envasadas o trayendo los botes abiertos para derramar su contenido dentro. Su terreno es el limpio, el de él es el posible contaminado, el mortal.

- ¿Había mucha cola? 

- Más de la que esperaba.

- ¿Iban todos protegidos?

- Un poco de todo, unos tapados como moros y otros totalmente relajados, sin mascarillas ni nada, yo cogí los guantes nada mas entrar.

Se saca la ropa y la deja en una caja de cartón en el descansillo antes de traspasar la puerta, pueden verlo los vecinos pero da igual, la prioridad es mantener un espacio seguro detras de la puerta de entrada, calzoncillos, calcetines aterrizan por encima y por último las deportivas que van a otra caja de plástico, como si fuera la cámara de descompresión de una nave espacial. Pasa desnudo por delante mientras ella le mira divertida mientras cierra la puerta y se acerca al baño, ya cogerán las cajas mañana para meter su contenido directamente en la lavadora.

Ella limpia las verduras con un chorro de agua caliente, los envases, plátanos y manzanas, mientras él frota su piel, mirando como le cae el agua sobre el pelo y se escurre por todo el cuerpo.



- Pues quién sabe. ¡Quién sabe nada! 

Suspira ella mientras sale de la cocina corriendo no quiere perderse el momento en el que el salga de la ducha, quiere estar ahí antes de que empiece a vestirse, le apetece verle y ver como le crece misteriosamente el mástil ajeno a la cuarentena de su dueño, mientras ella lo mira fijamente, divertida y con descaro, le pregunta a sus recuerdos por su sabor, pero tiene algo segura, de momento, beso en la boca es tabú y eso le hace padecer mas la prisión, es imposible controlarlo todo, pero por lo menos podrá tocar partes ahora ya no contaminadas, las mas ocultas ..... desde la seguridad de la línea que delimita el dentro.

Ella se queda más tranquila, dentro de la intranquilidad......

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