jueves, 10 de octubre de 2024

Leila, José y Mónica estaban en su café de siempre, el típico lugar con paredes de azulejos que parecía haber pasado de moda en la posguerra, pero ahí seguía, como sus conversaciones, cargadas de sorna y resignación. Hace unos cambió de manos, ahora lo regenta una familia china muy servicial.

Era un sábado por la mañana, el sol empezaba a colarse entre los huecos de las cortinas de listones, como queriendo espiar sus secretos.


—No puedo creer que te haya pasado eso —dijo  Leila, llevando su taza a los labios, los ojos llenos de incredulidad—. ¿Cómo es posible que no te deshicieras de ese mensaje antes de enviarlo?


José, con su cabello desordenado y su chaqueta desgarbada, se encogió de hombros, sin dejar de mirar por la ventana.


—Ya sabes cómo soy. Siempre me pasa algo así. al principio quería enviártelo a ti, pero no se que pudo pasar, tenía abiertas varias conversaciones, pensé que solo le estaba enviando un meme a Mónica pero menuda sorpresa cuándo empecé a ver contestaciones muy airadas.

¿Quién iba a imaginar que lo mandaría a la conversación de su trabajo?


Mónica, que había estado concentrada en su café, estalló en una risa falsa que resonó en el pequeño local.


—No me hizo ninguna gracia. La cara que puso mi jefe cuando vió ese gato vestido de superheroína...dentro de un dossier para presentar en Bruselas, con retrasos en el pago a proveedores no tiene precio. 

A mi estas bromas no me van, como me despidan por tu culpa te vas a enterar.


José no pudo evitar sonreír, aunque un ligero rubor apareció en sus mejillas.


—Sí, pero mira el lado positivo, ahora van a considerar que estás casada con un payaso, siempre está el personaje "el gracioso de la oficina", pues en este caso sería el graciosillo de fuera de la oficina, como si eso fuera algo bueno.


—Al menos tienes algo que contar en tus múltiples actividades —dijo  Leila, tratando de animarlo—. No todos tienen una historia tan divertida.


—Cierto, pero creo que su jefe no aprecia demasiado el humor felino en el entorno laboral —respondió José, removiendo su café pensativamente y perder el trabajo le sacaría de sus casillas, aunque está fuera permanentemente.


Un silencio cómodo se instaló entre ellos, cada uno perdido en sus pensamientos. La tarde avanzaba y la conversación se desvió a temas más triviales: las últimas series que habían visto, los planes para el fin de semana, el nuevo libro que  Leila había comenzado. Sin embargo, en el aire se sentía un trasfondo de tensión.


Finalmente, Mónica rompió el silencio.



—No soporto la idea de ir a esa fiesta —empezó Mónica, con su habitual tono derrotado, mientras removía el café sonoramente, con una cucharilla que parecía estar viviendo su propia crisis de identidad—. ¿De verdad tenemos que hacer un homenaje a Carles? Si ni él se habría molestado en asistir a su propio funeral, menos a una fiesta. El hombre apenas podía ver el cuentakilómetros. 

¿Cómo pretendemos que vea una razón para estar ahí?


José, alto y con la barba de tres días que tanto le gustaba a  Leila (aunque nunca lo decía en voz alta cuando Mónica estaba cerca), se echó hacia atrás en su silla con una sonrisa maliciosa.


—Venga, Mónica, es una oportunidad para reencontrarnos con el IMSERSO. Seguro que Cristóbal trae su guitarra desafinada otra vez. Aún me duele la cabeza de la última vez que quiso tocar "Stairway to Heaven". Claro que en su caso, la "stairway" se quedó en la planta baja.


 Leila, sentada entre ambos, jugueteaba con su cabello pelirrojo y lanzaba miradas furtivas a José. Se relamió los labios antes de intervenir con su típico tono de indiferencia astuta.


—Ah, Cristóbal... el único hombre que desafina más con la voz que con la vida. —Soltó una risita suave—. Aunque, siendo justos, peor lo tenía Carles. El pobre creía que tenía que pedirle al DJ rock clásico, para conseguir que yo bailara con él, eso lo hace irresistible, o mejor dicho inaguantable.


—Sí, porque claro, todo el mundo sabe que la clave para seducir es Led Zeppelin —dijo José, levantando las cejas—. Sobre todo cuando tu vista no te permite distinguir entre tus pies y los de tu pareja.


Mónica resopló, girando los ojos hacia el techo.


—No soporto esa manía de la gente de querer parecer joven cuando ya ni siquiera pueden bailar sin parecer que están haciendo un examen de equilibrio. ¡Carles! ¡El hombre que sujetaba el volante como si estuviera en un concurso de apretón de manos! Y luego te perseguía por la pista de baile como si estuviera en “Grease”, pero versión geriátrica.


 Leila hizo una mueca divertida, recordando aquella noche en Almería en la que Carles había intentado ligársela.


—Oh, sí, "Grease" pero con más prótesis de cadera —añadió  Leila—. No se le daba mal bailar, eso hay que admitirlo. Claro que para él "no se le daba mal" significaba no caerse encima de la señora de la mesa de al lado. Fue entrañable… en un modo "quédate ahí que ya vuelvo".


Mónica, que ya había entrado en su típico estado de amargura zen, se cruzó de brazos.


—Y ahora toca rendirle homenaje. A ver, ¿quién es el genio que decidió que necesitamos una fiesta para recordar a un tipo que no soportaba la música fuerte y que decía que bailar rock era de "jóvenes irresponsables"? Es como hacerle una estatua a un perro por maullar.


José rió, disfrutando del sarcasmo que flotaba en el aire como el café rancio del local.


—Bueno, lo mejor será que no le pidamos al DJ música de rock esta vez, por si Carles aparece desde el más allá y decide hacernos una demostración.


—Ya ves, —intervino  Leila—, y esta vez, sin gafas, seguro que me pisa aún más.


—¡No soporto vuestras bromas sobre los muertos! —se quejó Mónica, que en el fondo disfrutaba del chiste tanto como ellos, pero su rol de "sufrida" no le permitía reír demasiado—. Pero claro, a ti,  Leila, siempre te encantó ser el centro de atención. Aunque claro, con Carles como admirador, el nivel estaba... —hizo una pausa y levantó una mano, buscando la palabra correcta—… ajustadito.


 Leila se limitó a levantar las cejas con elegancia.


—Si Carles hubiera sido un poco más atrevido y un poco menos cegato, quién sabe… —Lanzó una mirada furtiva a José, que la captó al vuelo.


—Cuidado, Mónica —dijo José con una sonrisa socarrona—. A lo mejor  Leila acaba siendo la viuda del homenajeado, si se nos pone sentimental.


—No soporto ni pensarlo —bufó Mónica—. Prefiero no imaginarla bailando rock en su honor. Aunque, bueno, si hay vino gratis, tal vez lo soporte un poco mejor.


Los tres se quedaron en silencio, mirándose entre risas contenidas y sarcasmos no tan escondidos. Mónica suspiraba,  Leila y José intercambiaban miradas cómplices que ninguno de los dos se molestaba en ocultar demasiado, y el reloj del café, imperturbable, seguía marcando los segundos de una vida que, para ellos, siempre estaría llena de fiestas incómodas, matrimonios a medio camino, y secretos que sólo los hacían reír.


—Bueno, al menos —dijo José al final—, será interesante ver si Cristóbal sobrevive al cóctel sin comerse todo lo que haya en la mesa antes de que empiece la música.


—Y si el DJ no muere de aburrimiento esperando que alguien pida algo que no sea rock de los setenta —añadió  Leila, guiñándole un ojo a José.


Mónica negó con la cabeza, resignada.


—No soporto las reuniones del IMSERSO, pero si lo vamos a hacer, que al menos haya buenos aperitivos. 




miércoles, 31 de julio de 2024


 Me quito toda la ropa, me manoseo el pene un rato, es tarde, está oscureciendo, estoy muy caliente, mi pene está en lo más alto, empalmado, salgo de mi casa desnudo y camino a través de los bancos de madera ahora desiertos, todos están en la feria del pueblo, siento excitación total, afortunadamente ni perros hay en la calle, mi pene está caliente, rozo suavemente mi pene en una puerta, y luego en otra, nadie aparece, camino mas hasta llegar cerca de un llano con pasto verde, voy caminando desnudo, siento una presencia que me observa, no se por donde solo se que es alguien, ¿quizás será una mujer?, 

Me bombeo el pene quiero que tenga un buen aspecto, sigo caminando, mis pezones se ponen duros, me los pellizco, me cruzo con un perro y me ladra, paro y me manoseo la polla, se acerca  enfrente y me husmea, no me muevo por si acaso, se me acerca al pene, siento cosquillas aterrorizadoras, se aleja y se pierde en la nada, sigo caminando, el aire esta más frio, el sol se ocultó entre las montañas, pienso que nadie me ve, a lo lejos se escuchan risas, me giro y no veo a nadie, esas risas parecen femeninas y se pierden dentro de alguna casa, persisto en el manoseo más duro de la verga, estoy cerca de correrme, a pesar de estar más oscuro y sentir hasta frío, estoy más que caliente, llego a un camino empedrado muy bien delimitado por dos muros de piedra seca, a lo lejos se ven luces de un vehículo, no podré esquivarlo por los dichosos muros, me pongo a un lado pero pasa enfrente de mí, me chulean, les enseño mi pene en plan desafiante, no consigo ver cuántos eran, me tocan la bocina, agito mi polla, el vehículo se pierde, sigo caminando sobre el camino, viene otro vehículo, me paro al lado del camino, se detiene enfrente de mí, esta vez es una chica hermosa, me dice entre risas: 


-¿Tienes calor o te alegras de verme? ¿Por qué

 andas así por ahí ?


No contesto, solo me manoseo más fuerte la verga, ella se ríe, me dice: 


-Se ve bastante bueno eso que tienes ahí, me gustaría probarlo.


Sigo sin contestar, la miro y me bombeo más fuerte lo suelto, y lo hago brincar, ella se ríe y dice, bueno adiós, se aleja, estoy más caliente todavía y sigo caminando, hago lo imposible por no correrme,  manoseo mis pezones, me siento en ese estado previo al orgasmo, pero no hay manera, alguien viene a lo lejos, me pregunto ¿Quién será esta vez ? Alguien en bicicleta, un descarado adolescente, se baja y me mira, me dice: 


-¡Qué pito mas grande tienes tío! Mira yo también tengo uno.


Se lo saca, no miro yo solo me manoseo mi polla, me grita:


-¡Mírame, levanta una piedra y me la arroja a los genitales, cae justo en el glande, me duele y me tapo, se echa a reír.


-¿Te dolió? 


No le digo nada pero el me dice: 


-Mira mi pito, me calentaste, ahora tengo que menearla hasta correrme por tu culpa.


Se da duro, yo me sobo mi pene hinchado y dolorido y ahora enrojecido, pienso en irme corriendo, pero a lo lejos se ven luces, el chico termina pronto, se guarda su pene, se me acerca y me dice:


-¡Quítate las manos de ahí!


Esta vez obedezco, aún tengo quieto mi pene y le da un golpe con la palma abierta, me duele mucho, me dice: 


-Eso fue porque me hiciste correrme, no te tapes, me lo agarra y me lo aprieta fuerte, grito fuerte por el dolor, y me dice: 


-¿Te dolió? ¡jajaja! 


Se sube a su bicicleta y se va, una luz se acerca, estoy desnudo con el  pene hinchado, coloreado y dolorido, noto las pulsaciones que me punzan, se detiene el automóvil y me dice alguien: 


¿Te ha ocurrido algo?


Contesto que no, me dice: 


-¿Entonces por que estas desnudo? ¿Te han atracado? ¿Eres exhibicionista? 


Asiento lentamente con la cabeza, me dice: 


¡Jajaja que tío! ¡Pues lo tienes muy grande y muy rojo! 


Arranca y se va, sigo caminando por la orilla del camino, me sale otro perro, ya estoy muy lejos de casa y empiezo a sentir frio, me siento sobre una piedra, el perro se me acerca, ya no ladra, me olfatea, mi pene está parado pero escocido por la pedrada y el apretón sin misericordia, de la un lengüetazo, siento alivio, me gusta, lo dejo, sigue dándole cariño con su lengua, abrí mis piernas estando sentado y dejo que lama todo mi pene, lo hace con una maestría estupenda, estoy por correrme, ya no aguanto, en eso se escucha un grito a lo lejos: 


-¡Chusquiiiii! ¿Dónde estás? 


Quizás así se llame el perro, se levanta y se va corriendo, me quedé con el pene en estado durmiente, ya no tan dolorido, me manoseo los pezones, me levanto y sigo caminando, ya hace más frio, pero sigo estando caliente, me palpita el pene, no sé cómo he aguantado tanto tiempo sin correrme, me salgo del camino y agarro una vereda, de costado a costado hierba, mi pene está relajado y roza la hierba fresca de los laterales ¡mmmh! que sensación tan deliciosa, cada hierba roza y roza mi pene, sin darme cuenta me acerqué mucho a una casa, sale un perro ladrando fuerte, me asuste, quise correr pero alguien me gritó: 


-¿Quién eres ? ¿Que quieres ? ¿Eres un ladrón?


No digo nada pero intento echarme a correr, alguien me alcanza y ve que estoy desnudo, es una mujer como de 45 años, se me queda mirando, le grita al perro para que se calle y se vaya, me hace la pregunta del millón: 


¿Qué haces sin ropa tío ?


Mira te has puesto erecto y lo tienes todo bien puesto, me agarra mi pene, me lo aprieta con una mano, me lo bombea un rato mientras me mira, otra vez estoy ya a casi nada de correrme, no le digo nada, me da la vuelta, me da una nalgada, arde su mano en mi nalga derecha, me dice: 


-¡Qué rico !


Me vuelve a agarrar el pene, me lo aprieta más, hago mueca de que me lastima, me ve a la cara, sonríe, nadie mas sale de la casa, supongo que estaba sola, me dice: 


-Mira que suerte me encontré, y estas caliente tío, ¿se te ha comido la lengua el gato? ¿Por qué no me hablas? Para ser tan callado y andar desnudo y empalmado, no eres muy tímido que digamos ¿Ehhh? ¡Anda ven!


Me lleva de la mano a la puerta de un cuarto, las luces están encendidas, abre una puerta y me dice: entra, ponte cómodo, y se ríe, en eso entró su hija entrada en carnes y con gafas de culo de botella, cuando me ve se sorprende, me cubro el pene, la mujer entra detrás y le dice a la chica, vete a tu cuarto, ella no quita la vista mis manos cubriéndome, noto una expresión de asombro y picara a la vez, sale y me deja solo con la mujer, me dice: 


-Toma asiento, haber quítate las manos de ahí, no cubras eso que se ve apetitoso entre tus piernas, se me acerca, el pene me había bajado de tamaño, pero ella lo toca, me dice: 


-Haber, mira, se está relajando, se me ha vuelto a quedar en fase de reposo pero no da tiempo, ella con curiosidad lo toca, con un dedo lo recorre de arriba a abajo, en eso me lo aprieta, sin querer grité fuerte, ella me dice: 


-Vaya. ¿Apreté mucho? Tienes el capullo muy rojo ¿Qué te pasó ?


-Una pedrada me han dado justo en la punta del glande

-Pobrecito, haber déjame curarlo, 


Acerca sus labios y con la lengua recorre la punta, oh cielos, se siente tan bien, en eso se mete todo el pene en la boca y empieza a chuparlo, se agarra de mis pernas, me da una mamada magistral, me pellizco los pezones al verla y sentir su mamada, alguien grita afuera, ella se levanta de momento, no quería que parara, pero sale, me quedo en la posición en la que me estaba mamando, se escuchan más voces, me pongo nervioso, trato de cubrirme, alguien entra en el cuarto, es un tipo que me grita: 

-¿Quién coño eres tu? 

La mujer le dice: 

-Es un hombre perdido que lo dejaron sin ropa a la orilla del camino, le estaba buscando algo que ponerse, yo por temor prefiero no decir nada y solo asiento con la cabeza, me grita el hombre: 

-¡Lárgate en este mismo instante! 

Me levanto y salgo, al llegar a la puerta del cuarto, la mujer me da una nalgada, el hombre me pide otra vez que me largue, salgo y echo a correr, el pene se me bajo del todo, pero al correr, se me mueve de una lado a otro, me perdí en la oscuridad de otro camino, creo que me he perdido, sigo caminando, por alguna razón, vienen a mi mente las imágenes de la mujer mamándome el pene, y se me ha vuelto a empalmar, me detengo a bombear otra vez, estoy casi por correrme, en todo este tiempo no he podido acabar la paja, así que lastimado y parado, mi pobre pene está ansioso de correrse, pero ahora voy a buscar el camino a casa, para tener mas tranquilidad, a lo lejos se ven unas luces, es una motocicleta que me da alcance, va una pareja, se detiene, se bajan, son dos jóvenes, me dice la chica: 

¿Qué haces sin ropa? Hace frio, ¿No tienes frio? 

El chico muy avispado contesta: 

-Es un exhibicionista, no ves que la tiene muerta.

Se ríen los dos, la chica le dice algo al oído al chico, se me ha parado totalmente el pene, no sé qué quieren hacerme, eso me excita ahora, se me acerca la chica y me da una nalgada, mi pene brinca, se ríe, el chico se me acerca y me da una palmada con la mano en mi pene y rebota, los dos se ríen, la chica me quiere meter la mano por el trasero, pego un brinco, el chico me detiene y me da otra palmada en el pene, la chica se me acerca y me lo agarra, me lo soba y le dice:

-Pobrecito, mira cómo se lo has dejado, todo rojito, haber déjame curarlo, 

Me lo soba de arriba a abajo, se me estremece el cuerpo, se sueltan a reír, me suelta el pene y se suben a la motocicleta y riéndose se van, me ha dejado bien empalmado y con ganas de que me lo mamara, sigo buscando el camino de regreso, pero ya está oscuro y hace más frio, pero sigo cada vez mas caliente, el pene lo tengo bien erecto, de vez en cuando me detengo a menearlo bien duro,  conteniendo al eyaculación, sigo caminando buscando el camino a casa, pero estando desnudo deberé de protegerme entre las sombras y no ir entre las lámparas tenues que se ven brillar a lo lejos, en eso sigo cuando de frente me encuentro a una chica que conozco desde hace tiempo, al verme así y con el pene tieso, se sorprende, solo me dice: 

-¿Qué haces así aquí ? ¿Qué te ha pasado ? 

Solo puedo balbucear unas palabras como: 

-Estoooo, mmmh, es que …, 

Ella me dice:

-¡Véte a tu casa, me tengo que ir! 

Pero antes de darse la vuelta se quedó viendo el pene tieso, se me empalmó más y no me cubrí, sino al contrario, lo moví como invitándola a tocar, ella se lo quedó viendo unos segundos y se metió a su casa, ahí es donde supe dónde estaba, así que me dirigí a mi casa, sí que estaba lejos, giré al ver su casa y vi que se estaba asomando por la ventana, no me resistí y me voltee y estuve manoseándome para ella, solo vi que se quedó viendo unos segundos y corrió la cortina, me puse en camino de nuevo, detrás escuché un ruido, un vehículo venia hacia mi, me dio alcance y se detuvo, era un amigo, me dijo: 


-¡Jajaja que haces a esta hora, súbete, te llevo a tu casa!


Me subí y me dijo ya arriba: 


-¿Así que por fin te decidiste a salir encuerado a la calle? ¿Qué se siente?


Le contesté. 


¡Es es lo máximo, si te dijera todo lo que he vivido!


-¡Ya me lo contarás después!


Llegamos pronto, me dejo en la puerta de mi casa, se bajó, y en vez de despedirse, no sé por qué, me dio un apretón a mi pene, me sobresalté, pero no me lo soltó pronto, me dijo: 


-¡Jajaja! ¿Te gustó verdad?


-¡No me asustes así, déjamelo! 


-Está bien, 


Me soltó, se bajó el cierre del pantalón y se sacó el suyo, y dijo: 


-Mira, también lo tengo así. 


Empezó a acariciárselo le dije: 


-No me gusta vérselo a un chico, mejor me meto a mi casa, me dijo: 


-Espera, ya casi me corro, apuesto que tu no te has corrido, mira como lo tienes, haber trae acá.


-¿Qué te pasa? ¡Déjame!


Me lo agarro y me lo apretó fuerte, cosa que pegue un grito, le dije: 


-¡Déjame, no ves como lo tengo!


-¿Qué te pasó ?


-Muchas cosas, entre ellas una pedrada directa.


Se puso a reír, y se lo manoseo más fuerte, se recostó sobre el respaldo del asiento y se corrió, yo no quise ni mirar y me metí a mi casa, él arrancó el coche y se fue, me quede detrás de la puerta, todavía caliente, muchos ya me habían tocado mi pene, y aun no me había corrido, así que me arriesgue a salir otra vez, salí y camine por una avenidad desierta, la luna me iluminaba, a lo lejos se ven la luces de automóviles pasar sobre la carretera que pasa cerca, decidí acercarme a la carretera, y cuando llegué, me puse a frotarla duro, pasaban varios vehículos, algunos conductores volteaban a ver, me excitaba que me vieran, sobre todo mujeres, no sé de dónde salió una mujer y una joven, aparcó al lado y me dice: 


¿Qué haces a esta hora y pajeandose delante de todos en la carretera, le pregunta la joven: 


-¿Qué es eso de ahí ?


Ella sin el menor pudor le dice: mira eso de ahí se llama pene, es el órgano que los hombres tienen para orinar y para procrear, ya lo vimos en tus deberes, la joven le dice: 


- Ahh si, ya recuerdo, pero la de él se veía más grande, para ese momento.


Ya me había cubierto con las manos, la mujer le dice: 


-Ahí eso es porque esta excitado, o sea se le pone así cuando quiere procrear, la joven le dice: 


-Ah ya entiendo, es como un palo, la madre dice: 


-Exactamente, un gran palo, bueno y tu tío vete ya a casa, que haces meneándotela bien ahora, ¿te gusta que te lo vean bien empalmado verdad?


A lo que me agache y asentí con la cabeza dócilmente, la mujer sin pudor alguno se me acerca y se coloca enfrente con las piernas abiertas y me dice: 


-¡Quita las manos de ahí, déjame ver! Las quito y se me había bajado la erección, me agarra mi pene con los huevos juntos y los aprieta fuertemente a lo que grite: 


¡Ayyy allí, duele!


Ella dejo de apretar y dijo: 


-¡Vuelve a meneartela! Ya que estamos me gustaría ver cómo te sale leche, le respondo: 


-La joven lo está viendo, 


-Los jóvenes de ahora saben más que nosotros, en los libros hay de todo, así que bombea y mastúrbate para nosotras, con pena empecé, más que pena, excitado, me puse a la tarea y se empalmó pronto y lo bombee para ellas, la joven sin perder detalle de mi miembro, la amiga animaba: 


-¡Así así dale más rápido! ¿Quieres ayuda ? 


No dije nada, solo seguí frotando mi polla, le dijo a la joven:


-Ahora vas a ver que lo que saca de ahí es esperma, que sirve para embarazar mujeres cuando ya están en edad de procrear, como lo vimos en tus libros, el esperma tiene espermatozoides, vaya, pensé, parece que me están tomando como ejemplo de libro de primaria, pero si que estaba excitado y le di duro a la tarea, en eso que de repente se escucha ruido de un automóvil, la mujer me dice: 


-Escóndete en lo escuro hasta que pase el vehículo, me escondí detrás de un muro detrás de unos matorrales, se escuchó que se detuvo el vehículo, y después arranco y se fue, al salir ya no había nadie, vaya, se han ido, seguí a lo mio manoseándome a la orilla de la carretera, y mira cuanto tiempo y sin correrme, era el momento previo a correrme, mi pene estaba ansioso ya, me estaba goteando en cada apretón que me han dado, así que me aventure a acercarme más a la carretera y con dirección opuesta los vehículos me puse a la luz de la luna en plan romántico a darle el empujón final, varias personas bajando los vidros me chuleaban, otros me decían: 


-¿Cuánto? 


Otros gritaban al pasar:


¡Pervertidooooooo!


Hombres y mujeres me dijeron de todo, solo quería correrme y cerrar el bucle ya, cuando se detiene un vehículo y bajando dos personas, dos mujeres de muy buen ver, y me dicen: 


-Mira lo que encontramos, justo lo que buscábamos, vente, me agarra una de ellas del pene salvajemente y me jalaba detrás del muro donde antes me había ocultado y se agacha una de ellas y me chupa mi pene, estaba en la gloria, lo hacía con una maestría infinita, mientras que la otra me sobaba el trasero, me quería meter dedos, me sobaba los pezones, me los lamia incluso, se cambiaron para chuparme la polla, cuando de pronto en la boca de una de ellas descargue por fin, pero la otra no se queda satisfecha, también quería, me obligo a correrme de nuevo, y si, pude de nuevo correrme, me jalaron cuanto quisieron el pene, me nalguearon a placer, me pellizcaban los pezones, los jalaban, me apretaban el pene, los huevos, las nalgas, me vine cuatro veces, dos con cada una, quede satisfecho, ellas en medio de risas se fueron, subieron a su vehículo y se marcharon, pero me dejaron un papelito pegado a la piel, que leería cuando llegué a mi casa, me puse en camino a casa, nadie me vio, ya era noche, más bien, muy noche, me metí a mi casa y me puse a escribir todo lo que me aventuré a vivir …



martes, 24 de octubre de 2023

Se fuga la isla
Y la muchacha vuelve a escalar el viento
y a descubrir la muerte del pájaro profeta
Ahora es el fuego sometido
Ahora es la carne, la hoja, la piedra
perdidos en la fuente del tormento
como el navegante en el horror de la civilización
que purifica la caída de la noche
Ahora la muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.
Alejandra Pizarnic



-¿De modo que eras tu?


Llevo días intentando averiguar porqué aparecen unas pequeños pies dentro mis huellas, deshago el camino una y mil veces, y no veo a nadie, me estaba agobiando.

-Perdona por robar tus huellas. Pero me gustan tus itinerarios inesperados por la orilla, dar saltitos cuando aceleras, pararme exactamente donde se juntan tus pies, mirar lo que miras según la dirección, sentir lo que sientes cuando una ola te moja.

-Podías habérmelo dicho, no tengo inconveniente en que me acompañes.

-Ni hablar, no es lo mismo, me gusta meterme en tu intimidad, prefiero saltar al mismo tiempo que tú, imaginar cuando esquivaste esa ola para no mojarte los pies, andar a pequeños pasos cuando tus pensamientos te absorben, es como meterme en tu cabeza, sentir y ver por tus grandes pies.

-¿Y que haces cuando me siento en la gran duna?

-Espero escondida y luego replico tus gestos cuando te vas, me siento en el huecograbado de tu espalda, aún caliente, hundo las manos en la arena y dejo que los granitos se escurran entre mis dedos y hago montañitas sobre mis muslos desnudos como haces tú, me gustan esas caricias de la arena aún caliente .....


-Calla, no sigas hablando, acércate.

viernes, 20 de octubre de 2023

Mientras me miraba a los ojos y sonreía me entregó un paquete de ropa perfectamente doblada que olía a limpio, una chaqueta oscura una camisa blanca una corbata y unos pantalones con raya, te irá bien mi padre tiene mas o menos tu complexión.


- Te espero a las 8, pasa por casa a recogerme.



Me probé el traje me quedaba algo grande, había conocido a María,  hacía unas 2 semanas y habíamos quedado en acudir a una fiesta de Carnaval que se celebraba en la carpa que habían montado en un pueblecito cercano al suyo, yo no tenía disfraz y estaba allí por trabajo por lo que se ofreció a conseguirme uno, luego me enteré que era el traje de boda de su padre.


A las 8, estaba puntual en la puerta de su casa, ella iba con un maillot de ballet blanco con el tutu correspondiente que se lo pegaba sobre las piernas que largas y sinuosas escondido tras un abrigo 'tres cuartos' de tela gruesa y de color azul oscuro, hay que decir que hacía bastante frío para aquella indumentaria.


Al comprar el tiquet de entrada se podía coger una botella de champagne bien fría, cogimos una. 

María radiante como siempre, mujer de pelo rizado rojo, sus ojos grandes y preguntones, labios rojos anchos y carnosos resaltaban con su tez blanca, invadida por las pecas, el labio superior era ligeramente mas grueso que el inferior, ese exotismo me fascinaba, una mujer delgada pero con curvas y muy alta, siempre le decía que parecía un 'Kasperle' y eso la enfurecía, entre cerrando los ojos y apretando los labios, en una de sus muecas preferidas.


Estaba totalmente loco por esa chica, la música en lata dejó paso a una 'charanga', al empezar el baile le cogí por primera vez las manos y ella apretó mis dedos, había dejado el abrigo en el coche y por lo tanto de vez en cuando se abrazaba para recibir un poco de calor, a medida que la fiesta avanzaba, el baile se fue volviendo mas intenso y al final acabamos dando pasos acelerando por los laterales como si fuéramos a despegar por la pista que se nos quedaba pequeña.





Los efectos del champagne, la música y la química existente, la gente alrededor fue desapareciendo en un efecto de desenfoque paulatino, solo quedaba aquella cara tan exótica que me miraba intensamente, esta vez sin sonrisas, en un momento perdido cuando llevábamos una hora dando vueltas, abrazándonos y dando la 'nota', me abrazó fuerte y dijo:

- T'estimo

- Yo también te quiero, desde el primer día que te vi.


Y nos dimos un beso en la boca, el primero de muchos, por fin esa boca se acercó a mi cara, saborear aquellos labios llenos de champagne me llevó a otro mundo, pedimos otra botella y seguimos bailando, María no tiene unos pechos grandes, pero son perfectamente redondos, como dos semiesferas, con unos pezones muy oscuros, en una esquina ya fuera del recinto estiré suavemente hacia abajo de su escote elástico y los acaricié, tan suavemente que no tenía muy claro si los había tocado, primero uno y luego el otro, dio un respingo y me miró esta vez mas intensamente, pero no hizo nada para rebelarse, al contrario, me abrazó con fuerza y cada vez que rozaba su pezón me correspondía con pequeños e irracionales espasmos.

Pasamos horas en el coche, charlando apaciblemente, viendo amanecer y con leves caricias y besos, hasta que decidimos volver.

No se porqué esta escena se quedó grabada en mi mente, quizás porqué no se bailar y ella tampoco, nunca mas fuimos a un baile de pueblo, yo creo que quizás dejamos muy alto el listón aquel día......



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